Amor dicen que se llama.

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Laia POV: 

Que Evelyn chillara en mi oído un lunes por la mañana agitando un papel en mi cara cuando yo aún me estaba despertando no era una buena manera de empezar la semana. Intenté seguir andando en línea recta hacia el gimnasio, la única clase que compartíamos  Gabriel, Evelyn, Ross y yo. ¿A quien se le había ocurrido poner educación física un lunes a primera? Suspiré, al menos Evelyn estaba viniendo a gimnasia y parecía contenta. Era un gran paso. Guardamos nuestras bolsas en una taquilla y Evelyn siguió parloteando a mi lado. Mi mente aún trabajaba en un dibujo que había dejado a medias el día anterior en el que aparecía mi madre. Era una de las pocas personas que podía dibujar de memoria y había decidido practicar un rato, pero me había frustrado con los tonos. No me quedaba blanco y sin blanco poco podía hacer. Pintar al óleo era divertido pero requería material, espacio y luz, cosas que se habían ido yendo en el pequeño taller que montaba a veces en el garaje, cuando mi madre estaba demasiado ocupada como para decirme algo, o simplemente no estaba.

Nos sentamos en las gradas con otro grupito de gente.

— ¿Entonces que te parece ? — preguntó Evelyn.

Sabía que había estado hablando sobre una excursión multiaventura que realizaba el centro pero no estaba demasiado animada.

— No sé Evelyn, multiaventura no es mucho lo mío.—

— Ya sé que hay un pasaje del terror pero pensaba que ya lo tenías superado ¿No?—

Le lancé una mirada furibunda. Sabía que no lo tenía superado. Desde que hace unos años me arrastraron a una casa encantada tengo pánico a lugares así.

— Todavía me acuerdo que te agarraste a Gabriel como si te fuese la vida en ello y que chillaste un montón—

Gabriel apareció detrás de mi y se sentó a mi lado con Ross detrás.

— ¿ Estáis hablando de la casa encantada de primero? —

—¡Sí! ¿Ves? Fue un hecho memorable —

Gabriel se volvió hacia Ross para explicarle.

— Aquí donde la ves, Laia tiene miedo, no que digo, tiene pánico verdadero a las casas encantadas, a los pasajes del terror y demás cosas parecidas. Es como una fobia —

Rodé los ojos.

— No fue para tanto — comenté intentando quitarle hierro al asunto— Además también tenía miedo porque eran pasillos muy estrechos. Ya sabes que tengo bastante claustrofobia. —

— Ufff, no me lo recuerdes— suspiró Evelyn— me acuerdo la última vez que te dio un ataque. ¿Por qué no puedes tener miedos  normales como los míos?—

Gabriel enarcó una ceja.

— Y esos son...—

— Yo solo tengo miedo al profesor de matemáticas y a los deportes en los que se sude—

— Pues estás a punto de enfrentarte a uno de tus grandes miedos. Rugby. Un deporte donde, créeme, se suda mucho—

Nos giramos a ver como el entrenador arrastraba una red llena de balones de rugby y me estremecí. Puede que yo también tenga un poco de pánico a algunos deportes. Sobretodo si tenía que jugar con los brutos del instituto.

Una hora después Evelyn se quejaba en el vestuario indignada.

— No puedo creer que nos hagan pasar por esto ¿Has visto tu moratón?— dijo señalando a la mancha morada que se empezaba a formar en mi hombro— y el entrenador ha dicho que eran cosas que pasan ¿Pero como se atreve?—

El ladrón de mi diario.Where stories live. Discover now