Solución y más problemas.

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Miré debajo de la cama de Ross. Había bastante cosas ahí abajo. Me tumbé en el suelo y me arrastré debajo procurando no darme en la cabeza. La mitad de la piernas me quedaban fuera. ¿Como había llegado a esa situación? Al principio había mirado tímidamente por la parte de abajo de la casa. Pero con los padres de Ross fuera y mi desesperación por encontrar mi diario había empezado a impacientarme y había subido a buscar en los sitios más probables. Arrastré a Ross conmigo para que me enseñara su habitación que era donde probablemente había dejado mi diario. Su habitación estaba bastante desordenada. Y ese era el motivo por el que estaba debajo de su cama hurgando entre sus cosas. Lo primero que vi fue un skate sepultado por algo de ropa. Removí un par de camisetas y aparté el skate. Había un llavero, un peluche e incluso un dvd. Me dejé caer contra el suelo aún debajo de la cama. Estaba cansada. Perder mi diario me estaba estresando más de lo que pensaba. Alguien entró en la habitación y tropezó con la parte de mi que sobresalía bajo la cama. Me incorporé y me di en la cabeza mientras que quien se había tropezado cayó al suelo con una imprecación. Yo maldije por lo bajo e intenté moverme.
- ¿Que haces ahí abajo?- Ross seguía maldiciendo.
Salí de debajo de la cama y me quedé a gatas frotandome la frente donde me había golpeado. Ross estaba frente a mi también sentado y, sorpresa, tenía mi diario en la mano.
Sonrió haciendo una mueca:
- Lo encontré-
Lo cogí rápidamete de sus manos con un chillido de emoción y sin pensarlo dos veces le abracé. No me lo podía creer tenía mi diario de vuelta. No podía pensar en otra cosa que no fuera eso. El alivio me recorrió por todo el cuerpo y suspiré emocionada. No estaba preparada para que nadie viese nada de eso. Me separé de él y miré mi diario de nuevo. No podía estar más contenta.
- ¿Donde lo has encontrado?- Abrí mi diario hojeando las páginas y comprobando que estaba todo como siempre. Pasé los dedos por los dibujos a lápiz sintiendo la textura rugosa y gruesa del papel. Suspiré de nuevo y miré a Ross expectante.
- Bueno, estaba por ahí, ya sabes-
Alzé una ceja, ¿por qué no me decía donde lo había dejado? ¿acaso se había atrevido a leerlo?
- ¿Lo has leído?- la voz me salió entrecortada.
Tardó unos segundos interminables en contestar.
- No- Le miré a los ojos y parecía que decía la verdad. No apartó la mirada.- Ni si quiera sabía que era tu diario-.
- Vale, te creo-
Me levanté del suelo con el cuaderno contra el pecho y Ross se levantó también.
-¿ Que tienes en ese diario que es tan importante?-
Me encogí de hombros.
- Cosas- No me gustaba hablar del tema. Me empecé incluso a encontrar mal. Aparté la mirada y me retiré un paso contra la pared. Odiaba estas situaciones y procuraba evitarlas. Me daban ganas de llorar.
Ross me miró sorprendido
- Está bien, no me lo tienes que contar- trató de medio sonreír y me puso una mano en el hombro para tranquilizarme- Son tus cosas y nadie las va a leer.Calmate, todo está bien.-
Asentí respirando profundamente y me tomé un momento para recomponerme.
- Estoy bien. Lo siento- me pasé la mano por el pelo y formé una sonrisa con mis labios bastante convincente. 
- Esta bien-
Ross se separó un poco y sacó su móvil para mirar la hora.
- Hay que ir a recoger a mis hermanos-
Asentí y le seguí escaleras abajo. Cogí mi bolsa que había dejado por ahí cuando había llegado y metí el diario dentro.
Salimos de la casa y Ross cerró con llave. Su vecindario parecía bastante tranquilo. Sacó las llave del coche y lo abrió desde la puerta. Me subí en el lado del acompañante retirando algunos envoltorios de chicle y dejé mi bolsa en el suelo. Su coche no era precisamente nuevo. Ross cerró su puerta y arrancó el coche que se puso en marcha con un gemido. Se encendió la radio.
-¿Puedo cambiar la emisora?- pregunté. Sólo sonaban anuncios aburridos y me apetecia escuchar algo de música.
Ross puso el coche en marcha avanzando por la carretera.
- Puedes cambiarlo-
Toquetetee los botones hasta descubrir como controlar la radio. Había una ruedecita con la que cambiabas de emisora y un dial que se movía con la ruedecita. Cambié y empezó a hablar un locutor de voz monótona que daba algún tipo de programa intelectual.
- ¿Y cuantos hermanos tienes? - le pregunté.
- Dos - Cambié de emisora. Opera. Cambié de nuevo.- Una hermana y un hermano, se llaman Tara y Adam. Son bastante guerreros.-
Ross giró en una curva muy pronunciada y yo me agarré al asiento con fuerza mientras cambiaba de nuevo de emisora. Sonó una canción actual. La había escuchado tantas veces que no creia que pudiese escucharla otra vez. Moví la ruedecita y sonó una canción que no había escuchado nunca. Era bonita, lenta y calmada. El cantante tenía una voz profunda y sonaba un piano de fondo. Me recliné contra el asiento algo cansada.
- ¿Cuantos años tienen?-
Ross sonrió.
- 7 y 8 años- Se notaba que adoraba a sus hermanos.
Paramos en una gasolinera.
- Voy a comprarles algo de beber. Siempre salen con sed y cansados del entrenamiento. ¿Quieres algo?-
Le pedí un refresco y observé como se alejaba al interior de la gasolinera.
Me recosté de nuevo en el asiento. Era muy cómodo. Cerré los ojos un momento. No me gustaba el olor a gasolina y me apetecía irme a casa y descansar.
Saqué el móvil y envié un mensaje a mi madre diciendo que me iba a quedar de niñera en casa de Ross.
Mi madre tardaría bastante en verlo ya que sólo miraba su móvil cuando tardaba mucho en llegar a casa y todavía era pronto. Revisé si tenía algún mensaje más pero nadie se había molestado en escribirme. Ross tardaba mucho y yo me aburría.
Un hombre golpeó mi ventana insistentemente. Abrí la puerta y bajé ya que no podía bajar la ventana porque Ross se había llevado las llaves.
- Si no vas a echar gasolina quita el coche del medio- el hombre parecía muy cabreado y me habló elevando la voz.
- Yo no conduzco- le respondí - mi amigo vendrá en un momento- le mire con precaución algo mosqueada.
- Tienes que quitar el coche ¡ahora! No puedes aparcar donde te de la gana niña.¿Que te crees que vives tu sola en el mundo?- El hombre me dió un empujóncito en el hombro que me echó hacia atras- ¡¡Típico de los jóvenes de hoy en dia. Quita el maldito coche de en medio o lo quito yo y te juro que como no lo quites...- no le dió tiempo a acabar su ridícula amenaza porque Ross se había colocado justo delante mía
- ¿Que sucede?- me preguntó
- Este hombre quiere que quite el coche y le he dicho que llegarías enseguida pero no ha atendido a razones y ha seguido insistiendome-
El hombre pareció sulfurarse ante mi respuesta y se movió hacia mí con la cara roja y un dedo amenazante apuntándome.
-Tu has sido la que no ha atendido a razones niñata...-
Me asusté y Ross extendió un brazo protector entre el hombre y yo.
- Ya calmese- Ross era mas alto que el hombre- Ya nos vamos asique tranquilicese y vuelva a su estúpido coche. ¡No le vendria mal aprender un poco de modales y de paciencia!-
Me condujo hasta la puerta del coche y subí dentro. Ross cerró mi puerta y rodeó el coche por delante mientras el hombre se subía a su coche.
Ross arrancó y nos alejamos de la gasolinera a toda pastilla. Me echó un vistazo preocupado que ignoré completamente.
- No ha sido nada- le dije
- Ese hombre te estaba amenazando- insistió él.
- Llegaste justo a tiempo- me salió una sonrisa de agradecimiento.
- Tener que lidiar con cosas así es mi rutina- se encogió de hombros y me pasó el refresco que le había pedido.
Solté una carcajada. Puede que al fin y al cabo la tarde acabase bien.

El ladrón de mi diario.Where stories live. Discover now