La casa del ladrón.

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Me coloqué un mechón de pelo detrás de la oreja como hacia siempre que estaba nerviosa y llamé al timbre. Estaba en casa de Ross, lista para hablar con él y convencerle para que me devolviera mi querido diario. No había sido difícil conseguir su dirección porque resulta que su madre y la mia todavía son amigas y están muy en contacto. Escuché pasos desde dentro y me puse recta. Se abrió la puerta. En frente de mi estaba Ross. Ahora que podia verlo con claridad me quedé mirándole fijamente. Como ya había supuesto era alto, más alto que yo. Tenía el pelo castaño ni largo ni corto. Vestía vaqueros, una camiseta blanca y encima una camisa de cuadros. Parecía muy sorprendido de verme. Yo también estaba sorprendida pese a que había estado planificando el momento. De hecho estaba tan sorprendida que tuvo que empezar él la conversación.

-¿Laia?- su voz transmitía sorpresa.

Vaya, sabía mi nombre. Había pensado que no se acordaría.

- Sí- contesté- he venido porque he perdido mi diario. Me han dicho que lo has encontrado tu y sólo quería recuperarlo- Cogí aire después de soltar aquello. Había sido directa, al grano Laia.

Ross tardó unos segundos en reaccionar que se me hicieron interminables.

- ¿Diario? Pensé que era tu cuaderno de literatura. Pensaba dártelo mañana-

Le miré con un parpadeo. Ni si quiera sabía que era un diario. Las cosas iban mejor de lo que pensaba. Con suerte ni se había molestado en echarle un ojo.

- Entonces ¿te importaría devolvérmelo?- pregunté balanceándome sobre las puntas de los pies.

Añadí una pequeña sonrisa que se escapó de mis labios y que pensé que serviría de ayuda para no verme tan desesperada.

Ross se llevó una mano a la cabeza y se hizo a un lado abriendo más la puerta.

- Claro, pasa en seguida iré a buscarlo-

Dudé una fracción de segundo en si decirle que prefería esperar fuera o entrar, pero al final acabé entrando. Él cerró la puerta detrás de mi. La casa parecía estar en completo silencio.

- Mis padres y mis hermanos están fuera- me dijo como si me hubiese leído la mente.

Yo di un respingo y asentí amablemente aunque de todas formas él no podía verme ya que yo iba detrás suya por el pasillo. Llegamos al salón donde estaba la tele puesta. Había algunas cosas fuera de su sitio y unas muñecas sobre la mesita baja frente al sofá. Seguramente tendría una hermana o un hermano pequeño.

- Iré a buscarlo, lo he dejado arriba. Puedes poner lo que quieras en la tele, volveré en un momento. -

- Esta bien - contesté

Parecía que Ross se había hecho totalmente con la situación y estaba bastante cómodo. Mi cuerpo sin embargo se negaba a relajarse y me quedé sentada en el sillón sin tocar nada. Escuché como Ross subía las escaleras rápidamente. Miré la pantalla de la tele. Echaban un anuncio de un coche descapotable. Tenía ganas de recuperar el diario y escribir sobre toda esta aventura. ¿Qué dibujaría, a un Ross sorprendido en la puerta de su casa o a mí misma persiguiéndole a la salida? Suspiré y me apoyé en el respaldo del sillón. Ross tardaba mucho para haber subido a por un cuaderno en su mochila. Empecé a preocuparme. ¿Qué debía hacer? ¿Subir a buscarlo?  ¿Esperar? A lo mejor se había olvidado de que estaba allí a bajo y estaba jugando a los videojuegos tranquilamente. O a lo mejor tenía a su novia arriba y estaba disculpándose por haberla dejado sola para atender a otra chica. Esa idea me revolvió un poco el cuerpo, pensado en lo tóxica que sería esa relación y decidí levantarme y llamarle desde las escaleras.

Me acerqué y le llamé con tono de duda mirando hacia arriba.

-¿Ross?- alzé un poco la voz. ¿Y si estaba leyendo el diario? Me entró un poco el pánico cuando apareció Ross bajando las escaleras con su ritmo rápido. No llevaba nada en las manos. Seguro que había cambiado de opinión. Y yo que pensaba que iba bien todo.  Acabó de bajar las escaleras y se quedó delante mía.

- No sé donde he dejado tu diario-

El pánico me entró y mis palabras salieron disparadas de mi boca.

- ¿ Has perdido mi diario?- soné bastante conmocionada pero Ross no pareció darle importancia.

- Bueno, en realidad fuiste tú quien lo perdió primero- sonrió socarronamente. Cuando sonreía se le formabam hoyuelos en las mejillas. - Por lo menos yo lo he perdido dentro de mi casa-

- Lo cual es más tonto aún- añadí.- Tenemos que encontrarlo.

En ese momento sonó una llave en la cerradura de la puerta y ésta al abrirse.

- Mis padres han vuelto- anunció Ross

Me sobresalté a su lado y di un paso hacia atrás. No había contado con eso para nada. Mierda maldije. Ahora no sólo tendría que lidiar con el chico que tenía mi diario sino también con los padres del chico en cuestión que seguramente se preguntaban que hacía su hijo con una chica desconocida los dos solos en la casa. Suspiré profundamente. Me esperaba una buena. 

El ladrón de mi diario.Where stories live. Discover now