Reencuentro

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Laia POV:

Aún con el móvil en la mano giré sobre mis talones para tratar de averiguar en qué parte de la ciudad estaba exactamente mientras tecleaba rápida para mandarle un mensaje a Ross que decía que no estaba en casa, cuando de repente el mismo Ross apareció doblando una esquina y sonriendo. Me quedé de piedra, clavada en el sitio y mirándole como si fuese el fantasma de algún personaje famoso. Si pensaba que Ross no podía ser más impredecible, aquello superaba todas mis expectativas.

Ross POV:

Su cara de sorpresa no tenía precio.Le sonreí despreocupadamente mientras me acercaba a ella. Estaba parada aún con el móvil en la mano y me miraba con sus bonitos ojos marrón claro como si yo fuese la última persona que se esperaba ver. Quizá fuese así. Se veía pequeña, no por su estatura, sino por su aspecto. Tenía sombras bajo los ojos de no haber dormido en condiciones, el pelo recogido y desordenado, y los labios cortados como si no le hubiese dado tiempo arreglarse. Sus ojos aparte de sorpresa tenían un trasfondo preocupado. Seguramente había estado todo el día dándole vueltas a lo que pasó ayer y se sentía culpable de todo. Se me torció un poco la sonrisa al pensar eso. Ella parpadeó sorprendida cuando llegue a su lado.

-Parece que no te alegras de verme- le dije

Ella me miró a los ojos directamente y sonrió tímidamente.

-Tan solo estoy sorprendida de que aparezcas aquí como si nada- exclamó divertida y ya sonriendo más.

-Te dije que estaba en un momento ¿no?- le dije- pues eso he hecho.

Ella seguía mirándome como si yo fuese el culpable de algún crimen.

-¿Cómo has sabido que estaba aquí, y como has venido tan rápido? Esto suena a un grave caso de acoso- me dijo intentando sonar seria sin conseguirlo.

Solté una carcajada y la miré de nuevo intentando seguir la broma. Ella siguió mirándome inquisitiva y cada vez acercándose más. Aguanté su mirada unos pocos segundos más mientras cada vez se nos iba formando una sonrisa más grande. Finalmente alzé las manos indicando que me rendía en aquel duelo de miradas.

-¡Estáa bieeen!- le dije riendo- la verdad es que es todo una casualidad. Yo había venido a hacer unas compras por mi cuenta precisamente a este centro comercial. Y entonces cuando me has llamado te he visto desde aquella tienda- dije señalando por encima de su cabeza- y luego he venido y aquí estamos charlando tranquilamente- resumí encogiéndome de hombros.

-Ya veo- dijo ella- entonces ¿una casualidad?-

-Eso es, a no ser que no creas en las casualidades y que este encuentro te parezca obra del destino y que va a ser algo trascendental en tu vida- hice una pausa- si es así espero no decepcionarte y ser realmente trascendental-

Ella río y me gustó el sonido de su risa aunque sonase a roto.

- Tranquilo- me contestó- Estoy segura de que no me vas a decepcionar- rió.

Nos quedamos mirándonos unos momentos y finalmente le pregunté:

-¿Estás sola?-

Pareció ser una pregunta algo más complicada de lo que pensaba. Ella dudó un momento antes de contestar.

-Ahora sí. Estaba con unos... amigos- dijo sin mirarme

-¿Y los has perdido de vista?- le pregunté- puedo ayudarte a buscarles- me ofrecí

-No es eso- me contestó- Yo ya me iba. Sólo que me han traído en coche y pensé que podía hablar contigo por teléfono antes de buscar como volver. Solo que ahora tu estas aquí y bueno... ya sabes- me contestó.

-Entiendo- le pasé un brazo por los hombros- no te preocupes, yo te puedo llevar a casa y así ya podemos hablar tranquilamente- le sonreí tranquilizadoramente y ella soltó un pequeño suspiro de alivio. Su cuerpo desprendía calor, pero ella se agarraba las manos como si tuviese frío.-Todo está bien- le dije.

Ella alzó la cabeza hacia arriba para mirarme y vi un destello de agradecimiento en su mirada. Eso me hizo sentir mejor de lo que pensaba. Quería ayudarla y me había partido el corazón verla tan pequeñita hablando conmigo por teléfono mientras la gente pasaba a su alrededor sin repara en ella.

-Esta bien- dijo ella- Gracias por ayudarme Ross.De verdad- me dijo. Miró hacia abajo y luego otra vez hacia mi, esta vez sonriendo. Se me iluminaron los ojos y sonreí yo también.

-Pero antes de irnos tenemos que hacer un pequeño recado- le dije.

Ella me miró con curiosidad.

-Claro ¿Qué es?-

Sonreí. Sabía que aquello le iba a gustar.

-Busco un regalo para mi hermana. Ya sabes que es su cumpleaños pronto- le dije sonriendo con la mirada.

Ella me devolvió la sonrisa ilusionada.

-Pues entonces habrá que encontrar ese regalo-

Y así empezamos a recorrer el centro comercial pasando por cada tienda de juguetes o de niños que vimos. Yo, para variar, iba haciendo el tonto en todas partes y Laia rió bastante con mis bromas. Era fácil hacerla reír y no parecía cansarse de ver cosas de niña pequeña. De hecho tal y como había pensado le hacia bastante ilusión mirar cosas para Tara. Le había cogido cariño a mi hermana en muy poco tiempo y se entusiasmaba con pequeñas cosas. Finalmente compramos el regalo en una tienda que prácticamente era rosa de pies a cabeza. Para salir de la monotonía del color me dieron una bolsa rosa con un lazo rosa también. Al salir de la tienda me sentía algo avergonzado por llevar dicha bolsa y le pedí a Laia que la llevara ella. Le dio un ataque de risa al verme colorado y me estuvo haciendo de rabiar un rato. Pero finalmente aceptó llevar la bolsa y pareció estar de mejor humor.

-Se está haciendo un poco tarde- comenté- será mejor que vayamos llendo.

Laia asintió y salimos del centro comercial. Estaba lloviendo a mares.

-Está bien- le dije a Laia- tu espérame aquí resguardada y yo voy a por el coche y vengo a recogerte-

-Voy contigo- me dijo agarrándome del brazo.

- Te vas a empapar- le dije- he dejado el coche en la otra punta del aparcamiento-

Ella miró hacia otro lado.

- No voy a tardar nada-le aseguré- y así no te mojas, además ya se está haciendo de noche y...- no me dió tiempo a acabar la frase.

-No quiero quedarme sola- dijo Laia de repente.

Callé de inmediato y la miré sorprendido. Ella apartó la mirada. Se escuchó el bullicio de la gente entrando y saliendo del centro comercial y el ruido de las gotas rebotando contra el pavimento. Finalmente asentí despacio.

-Vamos- dije

La agarré de la mano y empezamos a correr hacia el coche procurando ignorar la fría lluvia que caía pesadamente sobre nuestras cabezas.

El ladrón de mi diario.Where stories live. Discover now