04 • Sobre la primera salida.

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—Te pido cero clichés y me traes a una cafetería que resulta ser un negocio familiar. De tu familia. Al parecer ninguno de los dos sabe evitar los clichés —dice ella cuando llegamos a la cafetería.

—Tranquila, que son todos un amor. Ven —la guío hasta la barra, donde se encuentra mi tía Julianna—. ¡Hola, tiíta!

—Arthur, precioso, ¿cómo estás? Tenía mucho tiempo sin verte, nos tienes abandonados. ¿Quién es esta bella señorita?

—Estoy bien, tía. Y deja tu drama, que vine la semana pasada —pongo los ojos en blanco y ella se ríe, sabiendo que esta siendo dramática—. Esta bella señorita se llama Savka.

—Hola, un placer conocerla —dice ella mientras mi tía la observa detenidamente. Ya imagino todas las ideas que se está creando mi tía. Cono le encanta crearse historias sobre sus sobrinos.

Con mi mano en su cintura, guío a Sav hasta la mesa más alejada, porque no quiero tener a mi familia encima de nosotros. Son un poco intensos cuando se lo proponen.

—Tu tía es...

—Es un amor. Y una exagerada a veces —completo por ella. Asiente mientras reprime una sonrisa—. Pero no te traje aquí para hablar de mi familia, háblame de ti.

—¿Qué quieres saber?

—No lo sé. ¿Tienes hermanos?

—Sí. Una hermana de 19 años. Es lo mejor que me pudo dar la vida —dice.

—Yo tengo un hermano mellizo al que le encantaría conocer a tu hermana, sólo digo.

—Oh, no. No, no. Bárbara es la cosa más dulce que existe y nunca ha tenido un novio. No me gustaría que su primer novio fuera el hermano del chico que está un tanto loco.

—No sé si sentirme ofendido. Además, mi hermano está más loco.

Ella ríe ante mi comentario. Tiene hoyuelos, lo que me hace pensar una vez más que es sencillamente hermosa.

—Eres hermosa, ¿te lo han dicho?

—Hermano, deberías guardarte esos comentarios para cuando la chica sea algo más que sólo una conocida. La asustarás — Abel a mi espalda—. Hola, soy Abel, el hermano de este atrevido intenso. ¿Van a ordenar algo? —pregunta rápidamente y con su habitual ánimo excesivo.

—Waffles para los dos. Adiós, Abel —le digo inmediatamente.

—¿Los del tío Alfred? —pregunta mi hermano solo para molestar, porque él sabe que son los únicos que como.

—Los del tío Alfred, adiós —confirmo para que se vaya. Regreso mi atención a Savka, quien tiene una sonrisa reprimida otra vez—. No reprimas tus risas o sonrisas, déjalas ser libres, de seguro son hermosas.

—Eres un tanto confiado, ¿te lo han dicho?

—Algunas veces.

—¿No le tienes miedo al rechazo?

—Sin dudas, sí. Pero el miedo no debería ser un impedimento para que hagas las cosas que realmente deseas, sino, imagínate cuántas cosas no haríamos día a día. A veces hay que dejar el miedo en segundo plano.

El arte que encuentro al mirarte.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant