32. Nueva Vida

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Capítulo 32

Nueva Vida

Robín

La música era algo que llevaba en la sangre y toda mi vida pensé que viviría de eso, pero ahora, entrando en este salón de clases, me di cuenta de que realmente muchas cosas podían cambiar cuando menos te lo esperabas, aunque en mi caso yo había decidido hacer ese cambio, todo por ella. No vi a Lía, pero estaba seguro de que en el momento en que menos lo esperaba la vería frente a frente y toda esta angustia terminaría.

—Robín Hills —escuché decir detrás de mí.

Conocía aquella voz.

Era el maldito Jack Howard.

Me giré para encontrarme con un rostro lleno de disgusto.

—Al parecer, no te da mucho gusto verme.

Trató de apartar su cara de disgusto, pero su intento fue en vano.

—Escuché lo de la banda y, bueno, me imagino por qué estás aquí.

Nos observamos; pude ver una onda de tristeza en sus ojos. Seguía enamorado de mi chica, cosa que me hacía sentir irritado.

Algunas personas me reconocieron en aquel instante y dieron por terminada mi conversación con Jack, que se alejó para sentarse en los asientos en la cima del auditorio con la mirada puesta en ningún lugar. Regresé la atención a las chicas y algunos chicos frente a mí, los cuales comenzaron a bombardearme con preguntas. No podía dar una respuesta. La rueda de prensa para mi retiro se había pospuesto, ya que Marcus hizo de nuevo de la suyas y abandonó de una manera vil a los chicos.

— ¿Es cierto que dejaste la banda por una chica? Debe ser hermosa. Dios, cuanto la envidio —soltó una de las chicas con algo de entusiasmo y disgusto a la vez.

—No puedo hablar sobre nada en estos momentos. Project 55 tendrá una rueda de prensa pronto para anunciar a sus nuevos integrantes. Les pido como fans que han sido que apoyen a David y Ethan, que se quedarán al frente.

Con esto último, llevé mis pasos a un lugar en la fila del centro bajo la acusadora mirada de todos, quienes comenzaron a hablar en susurros.

Decidí no hacer caso de los comentarios dañinos. De todas formas, tenía que acostumbrarme a que la gente me señalara, aunque todo eso tendría una jugosa y magnífica recompensa: la sonrisa de Lía, los abrazos de Lía, los besos de Lía y su compañía, que eran mucho más ganancia que cualquier cosa que pudiera ocurrir en mi vida. Llevé mi mirada al frente, donde una señora de mediana edad, que a mi parecer era la profesora, colocaba su maletín sobre el pequeño escritorio. Llevó sus ojos a todo el auditorio y comenzó su presentación. Así era como daba inicio a mi nueva vida como universitario.   


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