31. Comienza el infierno

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Capítulo 31

Comienza el infierno

Lía

Una semana después de la llegada de Thessa, Jack, ella y yo éramos uña y carne. La muy astuta se dio cuenta con rapidez de lo que el chico sentía por mí y me llamó estúpida unas cuantas veces por rechazarlo. Bueno, sus palabras específicas fueron: "No es que no tenemos venta, pero cuando un chico como Jack, buenote, grandote y delicioso en todo el sentido de la palabra, se fija en una chica como nosotras debemos agarrar esa oportunidad". Utilizó una «estúpida de mierda» para el final, pero no pude reprocharle nada, aunque me hubiese gustado decirle la razón por la cual lo rechazaba.

Las clases habían iniciado y para mi suerte o desgracia, no sabía cuál de las dos, Theresa y yo estábamos juntas en casi todas, menos en una, la cual era la única que compartía con Jack, ya que era una de esas que estaban en común en todas las carreras. Jack estudiaba negocios y Thessa y yo farmacéutica, así que la chica y yo iríamos unidas hasta el final.

— ¿Escuchaste lo que pasó con Project 55?

Theresa y yo caminábamos a nuestra primera clase.

Me detuve de golpe ante sus palabras.

Theresa siguió con su camino, pero se detuvo al ver que no la seguía. Sus ojos se abrieron de par en par al ver la expresión de mi rostro. Había muchas cosas que ella desconocía, cosas que aún no estaba lista para hablarlas, la principal: mi amor por Robin Hills, único e incondicional, un amor que por más que luchaba por sacarlo de mi corazón no quería salir de allí.

— ¿Dije algo malo? —La culpa en su rostro me hizo relajar mis facciones.

No deseaba hacerla sentir mal con ninguna de mis estupideces.

—Claro que no. —Le regalé una sonrisa—. A ver, cuéntame qué pasó con ellos.

Me enganché a su brazo y seguimos nuestro camino a clases. No sabía por qué me sentía temerosa, pero tenía el presentimiento de que lo que Thessa diría a continuación me desarmaría.

—Robín dejó la banda y dicen las malas lenguas que fue por una chica.

Mis piernas flaquearon, pero me obligué a continuar mi caminata, aunque mi respiración era cada vez más pesada.

El salón estaba prácticamente vacío, a excepción de unas chicas que cotilleaban en la parte de arriba. Thessa y yo nos sentábamos en los asientos de en medio. Deseé por un momento hundirme en el mismo, pero sabía que la chica no dejaría pasar por alto ninguna actitud extraña que tuviese. No conocías del todo en algunas semanas la forma de una persona, pero la chica junto a mí era, para mi desgracia, demasiado observadora y quisquillosa. En pocos minutos el aula se convirtió en un caos, el cual, por raro que pareciera, me regaló cierta calma y provocó que Theresa prestara atención a todos los chicos que entraban en ella. Los clasificaba en dos grupos; los más o menos pasables y los que en su puta vida miraría. Alguien que no esperaba ver de nuevo en mi vida entró en ese renglón.

—Diablos, esto es malo. Tendremos una maldita exsuperestrella frustrada en nuestra clase. —Bufó asqueada.

Marcus Lowell entró en aquel salón con su inminente aire de superioridad. Observó a su alrededor con fastidio al tiempo que unas chicas se acercaron a él, cosa que provocó que sus labios se curvearan en una sonrisa.

—Muévete al rincón.

Thessa terminó de insultar al chico en su interior.

— ¿Por qué demonios? —cuestionó con fastidio.

—Solo hazlo y no preguntes.

Ella se puso de pie con poco gusto y comenzó a moverse al rincón de nuestra fila, pero antes de llegar a este lo que más temía ocurrió.

—Vaya, vaya, pero miren a quién tenemos aquí. —Theresa se giró y clavó su intensa mirada en Marcus—. Lía "Trasero gordo" Montgomery y, mira, con una amiguita igual de grasienta que ella.

—Maldito imbécil —masculló Thessa mientras se apresuraba a hacerle tragar sus palabras a Marcus, pero la retuve y me giré hacia él.

—Solo ignórame, Lowell. —Lo miré a los ojos; en ellos podía ver un odio inmenso hacia mí.

—Será un placer —siseó con la mandíbula apretada, pero sabía que el infierno apenas y comenzaba.

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