22. Limpiar la suciedad

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Capítulo 22

Limpiar la suciedad

Marcus

Lía Steph Montgomery Esfinger, el nombre de la chica que tenía el mundo de mi mejor amigo hecho una mierda, cosa que no me daría el lujo de permitir, puesto que independientemente de que ella fuese hermana de una superestrella, no era más que un maldito cero a la izquierda. Arruinaría la imagen de Robín y arruinaría nuestra maldita amistad. No me daría el lujo de perderla solo porque mi mejor amigo perdió la cabeza por un gran culo grasiento.

—Hey, Clay, amigo, ¿Cómo te trata la vida? —saludé con exagerado entusiasmo al chico del otro lado de la línea.

Lowell, maldito cabrón, tiempo sin saber de ti. ¿Para qué soy bueno? —Cambió de golpe su entusiasta forma de ser.

—Oye, ¿Qué pasa? ¿No puedo llamar para saludar a un viejo amigo?

Podía percibir la cara ceñuda de Clay. Él nunca se tragaba mi mierda de la amistad.

El tipo era un bastardo, pero bastante inteligente, aunque en este instante no necesitaba al Clay listillo, solo quería cierta información que solo él podía confirmar, nada de hacer el trabajo sucio por el cual muchas veces me acercaba a él, uno que nunca rechazaba por ese deseo insaciable que corría por sus venas de hacer el mal a los demás. En conclusión, era una especie de yo, pero mucho más cabrón.

—En realidad solo quería saber si aún tu equipo se reúne los jueves en Mike's.

El silencio seguido a mis palabras me hizo darme cuenta de que Clay tenía cierta sospecha sobre aquella llamada, pero como lo conocía tan bien sabía que no haría preguntas, por lo menos no hasta que su estado de contención reventara.

Pues sí —respondió después de aquel largo instante en el que parecía estar esperando que la muerte contestara—. Aún tenemos esas reuniones de mierda. Es una clase de mantra o buen augurio antes de los partidos, según nuestro quarterback. Incluso ahora esa chica, la gordita... Demonios, ¿Cómo es que se llama?

Me podía imaginar la cara de imbécil que tenía. Sí, estos tipos de fútbol podrían ser duros pero cortos de cerebro en algunas ocasiones.

—Lía. —Traté de sonar lo más despreocupado posible, pero Clay, sin darse cuenta, me proporcionó la información que necesitaba.

Sí, esa misma, Lía Montgomery. Al parecer, ahora son inseparables, aunque en realidad creo que Jack tiene un raro enamoramiento por ella. Ashhh, qué asco, de verdad —opinó asqueado—. Solo pensar en ellos haciendo cosas sucias me da escalofríos.

—Gracias, Clay, realmente no necesitaba escuchar eso. Creo que me uniré a ustedes este jueves.

Con esto último colgué aquella llamada, sin permitir que el chico pudiera ponerse pensador y comenzara a atar cabos.

Mientras menos personas estuvieran al tanto de mis intenciones, mejor saldría la situación.

Aquella reunión me daría la oportunidad de limpiar la suciedad con la que se comenzaba a ensuciar Robín. Arrancaría de raíz el problema y trasero gordo se quedaría en el lugar al cual pertenecía. Solo sobre mi cadáver Lía Montgomery se interpondría en nuestros caminos. La banda era todo lo que tenía, era la oportunidad de hacer pagar a todo aquel que alguna vez me humilló. Ella no jodería lo que habíamos construido con tanto esfuerzo, y de eso me ocuparía yo.

Ruidoso Silencio ( Chicas Gordas #1) Disponible en AmazonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora