-Ada, cariño, pasa por favor - sonreí un poco e ingresé a la sala de estar. Tomé asiento y ella hizo lo mismo a mi lado.

-¿Cómo está, señora Jones? - pregunté poniendo mis manos encima de las suyas que reposaban en el sillón.

-Llámame Lydia, cariño, eres como otra hija para mí - me acerqué sin evitarlo y le dí un abrazo. Cuando nos separamos pude ver sus ojos llenos de lágrimas, pero ni una sola derramada.

-Quise hacerle un poco de compañía, espero no haber molestado - ella me dedicó una sonrisa dulce y negó con la cabeza.

-Me viene extremadamente bien una compañía como la tuya, Ada - soltó un suspiro y miró al suelo - Mason te amaba tanto.

-Y yo a él, Lydia, lo sigo amando, está justo aquí - señalé mi corazón.

-Eres una chica maravillosa, Ada. Mason hablaba mucho acerca de Homer y tú. ¿Cómo van las cosas con él? - hice una mueca y debatí entre contarle o no. Ella es una mujer fuerte, si no se lo comenté a mis padres, es porque estoy segura que hubieran ido a decirle algo a la familia de Homer, y eso sólo hubiera causado más problemas.

-Él piensa que fue mi culpa - mencionó con la voz ronca.
Me miró sorprendida y apretó mi mano en señal de apoyo.

-Homer está desquitando su dolor contigo, Ada.
Escúchame bien, no fue, no es, ni será tu culpa en cualquier universo paralelo a este. El destino le jugó una mala pasada a Mason y aunque soy madre, y su pérdida me duele más que a nadie, nunca se me cruzó por la cabeza culparte. ¿Entendido? - asentí soltando un sollozo envidiando la fortaleza de la madre de Mase.

-Lo siento, yo...- quité algunas lágrimas de mis mejillas - prometí ser fuerte - sacó un pañuelo de su bolsillo y en ese instante me sentí como una chica estúpida que lloraba frente a la más afectada.

-No tienes que ser fuerte por nadie más que por ti misma, Ada. Vamos a superar todo esto juntos, te lo prometo - escuché un ladrido desde el suelo y me di cuenta que Bart, el perrito de Mase, estuvo aquí todo el tiempo.

Sonreí entre mis lágrimas y lo puse en mi regazo mientras él animadamente movía su colita de un lado a otro.

-A veces es como si lo extrañara demasiado - dijo Lydia acariciando a Bart - Cada noche se para frente a la puerta de la habitación de Mason y mira a los lados esperando a que vuelva. Cuando nadie llega, salta a su cama y se duerme sobre su almohada - miré al pequeño perro y aguanté el nudo en mi garganta. El amor de un animal hacia su amo era tan poderoso como el de un humano a otro, o incluso más fuerte.

-Es tan difícil - susurré dolida.

-Lo es, cariño, pero tenemos que sanar algún día, ¿Crees lo que te digo?

-Lo creo, es sólo que no veo el momento en que todo el dolor pase - acarició mi espalda mientras me daba una sonrisa tímida.

-Tal vez no sirva decir que yo tampoco veo ese momento, pero tengo una corazonada que me dice que algún día llegará.

-Gracias, señora Jones - me lanzó una mirada y entonces corregí mi respuesta - Lydia.

-¿Quieres almorzar conmigo mañana? - asentí con una verdadera sonrisa.

-Eso me encantaría - le di un abrazo largo y me levanté junto a ella quedando casi a la misma altura.

-Me alegra escuchar esa respuesta - me guió hasta una pequeña mesa y me tendió una funda de plástico - Hace unos días fui por el carro de Mason y encontré esto. Creo que te pertenece - eché un vistazo y era el regalo que me dió el mismo día que murió.

A falta de amorWhere stories live. Discover now