Capítulo 3: Recuerdos.

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Sus discusiones.

Los golpes que ella recibía para apaciguar la furia de sus padres.

Su tía mirando con asco y repulsión a la niña.

Marie burlándose de ella.

Y el que la niña considero el peor de todos, el recuerdo que hizo que a la niña se le entrecortara la respiración.

El accidente.

Que la niña viera a sus padres de ese modo hizo que una parte de ella se desprendiera, más lágrimas descendían, sollozos se escuchaban y temblores en su pequeño cuerpo no se hicieron esperar.

De un momento a otro un recuerdo distinto salió a flote causándole a la niña mucha pesadumbre. Más que un recuerdo era una pequeña puerta siendo abierta, una puerta que daba la vista de una niña sufriendo y llorando diariamente, sabía que eso significaba como su mente se preparaba para lo que vendría.

Su nueva “vida”.

Eris sabía que no iba a ser nada agradable para ella su larga estadía en esa casa mucho más a sabiendas que las dos personas que allí viven la odiaban sin ningún motivo razonable.

En la mente de la niña se repetía una y otra vez el pensamiento de que ella tuvo que haber muerto con sus padres, que su vida carecía de sentido sin ellos.

Eris estaba tan distraída con sus propios pensamientos que no se dio cuenta el momento exacto en el que el doctor entró a irrumpir en su habitación de hospital.

El doctor se acercó a la niña y le quitó la aguja que atravesaba la piel de su brazo izquierdo por la cual era transportado el suero para hidratar su pequeño cuerpo, ella sintió el leve pinchazo despertando de su ensimismamiento. El doctor le terminó de retirar todos los aparatos conectados en el cuerpo de la infante bajo la mirada azulada de la niña.

—Solo te tienes que cambiar para poder irte ¿Ok?—el doctor le ayudo a sentarse en la camilla regalándole una sonrisa.

La niña internamente comenzaba a odiar profundamente al doctor por sonreír tanto cuando ella carecía de cualquier rastro de felicidad.

La puerta de la lúgubre habitación a la que ya se había acostumbrado se abre dándole paso a la enfermera que trae consigo unas ropas para la niña que la veía gélidamente.

—Toma, mi niña, te vamos a dejar sola para que te cambies—dice rápidamente la enfermera nerviosa por la mirada vacía que los ojos zafiros de la pequeña le daba. Seguido a eso ambos adultos salieron.

La niña se quito la bata azul del hospital viendo así su cuerpo sin las vendas que antes tenía, observó detenidamente cada moretón que se iba desapareciendo de su cuerpo, vio su pálida piel con algunos rasguños que se iban curando poco a poco, le dolía moverse. La niña se puso un vestido de color verde con estampado de flores amarillas que le habían traído, unas medias altas de color blanco y con unos zapatos azabaches de vestir.

Eris se sentó en la camilla a esperar a que el doctor entrara mientras se peinaba su cabello rojizo sin muchos ánimos, ya que hasta ese simple acto le recordaba a su madre y a las incontables veces en la que peinaba a la niña entre risas. El doctor entra observando su vestimenta regalándole una sonrisa.

La infante internamente puso sus ojos en blanco con fastidio. ¿Era posible ganarse el odio de una persona por un gesto tan poco importante y casual?

La pequeña Eris Bloodworth se apresura a bajar de la camilla para alejarse lo más pronto posible del doctor “Sonrisitas”.

Al abrir la puerta la niña visualiza un largo pasillo solitario, ella va por la derecha encontrándose con unas escaleras, las baja con temor a sabiendas de que desde ahora comenzaría su tortura.

Cada paso que da su corazón late más rápido, al terminar de bajar todos los escalones las visualiza allí sentadas y sabe que desde ahora iniciaría su infierno personal.

*


¡Que tengan un oscuro día!

🖤Edición definitiva🖤03/09/2020

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🖤Edición definitiva🖤
03/09/2020

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