Capítulo 6: Inesperado

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Pasaron apenas unos segundos cuando ocurrió el milagro. Pensó que había sido impresión suya, pero Max empezó a moverse y pronto se incorporó. Ella lo miraba incrédula y con la boca abierta. Se llevó la mano al pecho e intentó quitarse la daga, pero la soltó de inmediato, fue como si le quemara. No podía tocarla.

—¿Podrías sacarme esto? —le pidió. Ella tenía la boca abierta, pero segundos después, y con las manos temblorosas, le quitó la daga del pecho a Max. Mientras se la quitaba, la piel de Max retomaba el color natural. Hizo un gesto de dolor e intentó incorporarse, pero no logró ponerse de pie. Parecía enfermo.

—No es cierto...—¿Estaba alucinando o qué? ¡Eso era ilógico! Ella lo había visto bien muerto, ¿entonces qué pasó? "Oye idiota, ¿acaso no querías que vuelva? ¡Acá está!", se dijo. Y no había tiempo para la lógica. La emoción de verlo con vida otra vez no le dejó pensar en nada más. Sus miradas se encontraron unos segundos y aún arrodillada a su lado lo abrazó con todas sus fuerzas y empezó a besarle las mejillas, de verdad no podía creer que estuviera vivo. Él también la abrazó, sintió sus brazos alrededor de su cuerpo. Riley se separó un momento para mirarlo a los ojos y convencerse de que no estaba loca, que era verdad.

—¿Ves, Ri? Siempre supe que me amabas —dijo con una media sonrisa y con ese tonito burlón que ya le conocía.

—Idiota —le contestó entre lágrimas—. ¿Qué fue todo esto? ¡Me asustaste! Creí que te había perdido, que estabas muerto, yo... No sé, no entiendo nada. ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado?— Lo miraba sin parpadear. Era cierto, no estaba viviendo ninguna fantasía. Max estaba vivo. ¿Pero qué pasó en realidad? Hace un rato no sintió su pulso, tenía una daga en el pecho y ahora ni sangraba. Eso no tenía lógica—. Max —dijo ella cuando se separaron—, ¿qué pasó? —él no contestó, miró alrededor y de pronto lo notó muy enojado.

—¿Estaba solo cuando llegaste?

—Si, ¿por qué lo preguntas?

—¿No había nadie aquí? ¿No había otro cuerpo?

—¿Otro cuerpo? No, nada. ¿Acaso había alguien más? ¿El que te atacó?

—¿Dónde está Jesse? —Riley lo miró extrañaba. ¿Qué tenía que ver su amigo en todo eso?

—¿Qué pasa con él? ¿Fue por ayuda?

—Ayuda —repitió y soltó un bufido—. No importa ya, me haré cargo.

—¿De qué hablas?

— Ahora no, Riley. Tengo asuntos que atender.

—¿Qué? No me vengas con eso. Y rayos, mírame. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué estabas así? No intentes evitarme, quiero una explicación.

—La explicación es bastante confusa y complicada, créeme que ahora mismo no quieres escucharla y yo no tengo tiempo de contarte todo. Luego hablamos de esto, ¿sí?

—No —dijo con firmeza—. Max, quiero saber qué pasó ahora. Me he llevado un susto de muerte al verte de esa manera, ¿y me dices que "luego hablamos de eso"? Hazme el favor.

—Muy bien.— Estaba irritado, lo notaba. Apurado quizá, ¿qué se había creído? Ella se había preocupado tanto, ¿y la trataba como si pudiera hacerle esperar con la angustia? No se lo iba a permitir—. ¿Quieres la verdad? Pues la tendrás, no quería que te enteres de esta manera, yo te lo iba a decir con calma, pero quizá ya no hay tiempo —suspiró. Y de pronto tuvo miedo, ¿qué iba a decirle? Porque lo que había visto carecía de toda lógica. ¿Cuál era la explicación?—. Soy un vampiro.

—¿Perdón? —dijo desencajada. Era la cosa más ridícula que había escuchado en su vida. Aunque de pronto le sonaba menos ridícula al ver de nuevo esa daga que le sacó del pecho, aquella que supuestamente lo había matado—. Déjate de idioteces —él intentó incorporarse otra vez, pero hizo un gesto de dolor. Sudaba, parecía como si estuviera con fiebre.

Reina Escarlata I: Guerra de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora