Su nombre es Christian, se mudó a la ciudad junto con sus mejores amigos y familia.
Pero nunca pensó que al mudarse encontraría algo mejor que los grandes libros que leía.
Su secreto...
El es Ethan vive en la misma ciudad que el chico nuevo, pero el...
Era hora de irse a sus casas, así que como rayo la peliazul arrastró a sus amigos hacia la casa del más pequeño, al entrar no se encontraba nadie solo una nota en la mesa donde decía que su padre y hermano se encontraban trabajando y que su mamá junto con las madres de sus amigos se encontraban en la estética. Fue como gloria para los chicos cuando leyeron la nota, por lo que faltaban 3 horas para la cita de Cris, y tanto la chica como el rubio lo prepararon. La chica lo ayudó a arreglarse ya sea el cabello, la ropa o los zapatos mientras que el rubio le aconsejaba un poco, además de cruzar a su casa para prestarle su colonia más cara y rica todo solo por su pequeño amigo. Los mejores amigos que alguien podrá tener, y el pequeño pelirrojo los apreciaba mucho.
Cuando terminaron de arreglarlo y aconsejarlo, el hermoso Cristian les agradeció a sus amigos con un gran abrazo.
Aún faltaba media hora para que el guapo chico de ojos azules lo pasará a buscar, por lo cual para relajar a su nervioso amigo empezaron a jugar videojuegos para distraerlo.
Cuando dieron las 2 de la tarde, el peliengro llegó justo a tiempo, por lo cual lo amigos del pelirrojo le dieron un par de consejos más, un poco más de colonia y una pequeña pasada del peine a su cabello. Ya listo salió de su casa encontrándose con un guapo pelinegro bien arreglado y con un gran ramo de rosas en sus manos ofreciendocelas.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
No pudo evitar sonrojarse y tomar el ramo de rosas. Aunque suene muy cliché, esto le encantaba a Cris, el pensaba que esto era romántico y muy tierno, por lo cual olió las flores tiernamente, cuando Ethan le abrió la puerta para que pasara, este lo detuvo y le susurró al oído muy pero muy cerca.
—Hoy te vez relmente tierno.
El menor se sonrojo y se sentó en el asiento del coche con una sonrisa nervosa. Miro su casa y vio en la puerta a sus amigos, quienes llevaban una sonrisa enorme en el rostro.
—¡Me lo traes a más tardar a las 7!—Grito como toda una madre la chica—
—Nuestros padres vuelven a las 6—Le susurró chistoso su amigo mientras veía a su amiga de reojo—
—¡Lo quiero en esta casa a las 5:30 señorito!
Corrigió nuevamente la divertida chica, el pequeño llevó su mano a la frente y río un poco por las ocurrencias de su mejor amiga la cual estaba algo loca.
—¡5:30, lo tengo!—Grito de vuelta el pelinegro con un gran sonrisa—
Entro al auto y arranco hacia un destino el cual el pelirrojo no sabía.
—Y... ¿A donde vamos?.
Pregunto tímidamente el pecoso mientras dejaba las rosas con cuidado.
—Es un restaurante muy lindo que abrió hace poco, te encantará es el favorito de mi hermanita.
Cuando llegaron pidieron una mesa para dos y se sentaron a platicar sobre ellos, su familia y amigos, hasta que el mesero llegó.
—Bienvenidos, ¿qué les puedo ofrecer de comer?.
Pregunto amablemente mientras miraba fijamente al pelirrojo con una sonrisa. Ethan al notar esto se puso muy celoso, pero no quería armar una escena en su primera cita.
—Yo quiero una hamburguesa especial y un té de limón, ¿tú qué quieres cariño?.
Le pregunto con una sonrisa tierna a Cristian, el cual al escuchar como lo llamo se sonrojo hasta las orejas y bajo la mirada hacia el menú con nerviosismo.
—C-creo que lo mismo.
Respondió bajito el pecoso evitando la mirada del ojiazul. El mesero anoto los pedidos, pero aún no conforme con lo que había escuchado, se hizo al tonto y volvió a preguntar.
—¿Disculpe?, No lo escuché muy bien, ¿quisiera volver a repetirlo por favor?.
El mesero tocó el hombro del pecoso y se agachó un poco para poder "escucharlo mejor"
—Dijo que quiere lo mismo.
Aclaro posesivamente el pelinegro mientras tomaba de la mano al pelirrojo. El mesero le sonrió con irritación contenida y se retiró con los pedido.
—Perdón, es otro de los defectos de los hombres lobo, los celos.
Aclaro mientras besaba los nudillos del sonrojado pelirrojo.
—N-no, está b-bien—Admitió con una pequeña sonrisa el pecoso—
