Cuando salgo del baño Ethan ya no está en la cama, y me alegro. No quería tener que despertarle de nuevo, además tendrá que preparar a Lucy y no sé él, pero yo quiero mi desayuno.

Abro uno de los cajones y mirando sus calzoncillos cojo unos de atrás al fondo. Son los que menos se suelen poner, al menos eso es lo que me pasa a mi con la ropa interior.

Me pongo mi sujetador de antes y saco una camiseta del cajón de arriba. Es roja y me da igual el color la verdad, está limpia y eso es lo que importa. Cojo mis vaqueros de ayer y me los pongo, no creo que vayamos a tener la misma talla de pantalón. Sus calzoncillos me quedan un poco grandes así que sus pantalones serán lo mismo.

Le quito también unos calcetines negros y me los pongo. Luego me pongo los zapatos y voy al baño de nuevo. Me peino con un cepillo que encuentro, espero que no tenga piojos y que sea suyo...

Me echo un poco de desodorante de hombre, pero me da igual porque me encantan. El desodorante de hombre huele mucho más y aguanta muchísimo más que el de las mujeres. Es algo que no entiendo, pero es así.

Tengo algo de frío así que ya que estamos también le voy a quitar una sudadera. Le quito una negra, que me queda bastante grande, como la camiseta, y hago una bola con toda mi ropa. Cojo mi móvil y me doy cuenta de que sí o sí voy a tener que pasar por mi casa. No puedo ir al instituto sin mochila.

Bajo las escaleras rápidamente y voy hacia la cocina donde se escucha a Lucy. Los dos están sentados en los taburetes de la barra americana.

–Ethan, vamos a tener que pasar por mi casa. No puedo ir sin mochila...

–En primer lugar ya he resuelto eso, le he enviado a Wendy un mensaje diciéndole que se pase por tu casa y que te la lleve.

–Ah –digo pensando en que cuando llegue a clase me va a someter a un interrogatorio...

–Y en segundo lugar bonito modelito –dice y le da un sorbo a su taza.

–¿Esa no es tu ropa manito? –dice Lucy con la boca llena de cereales.

–Sí, sí que lo es.

–Oh –asiente y me mira –. ¿Quieres desayunal?

–La verdad es que sí –me siento y en un bol que hay en la mesa me echo unos cuantos cereales.

Desayuno más rápido de lo normal y después de meter mis cosas en una bolsa nos vamos de allí.

Primero llevamos a Lucy a la guardería y después vamos hacia mi instituto.

–Bueno, gracias por todo –digo cuando llegamos –. Excepto por lo de la mochila, por tu culpa me veré obligada a someterme a un gran interrogatorio –digo con una sonrisa irónica.

–Por cierto... –dice justo cuando abro la puerta para salir.

–¿Sí? –me giro para mirarle.

–Sobre lo que te conté ayer, ¿no se lo cuentes a nadie, vale? –dice go preocupado.

–Tranquilo, no lo haré.

–Vale, ya te puedes ir –dice de forma burlona.

–¿Me estás echando?

–Sí, vete de mi coche. Roba ropas.

–Eh, que me has dicho tú que me la ponga.

–Lo sé.

–¿Entonces?

–Me gusta hacerte enfadar.

–Oh, gracias –le sonrío de forma irónica.

–De nada –dice con una sonrisa socarrona y me bajo del coche.

Aléjate de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora