Capítulo 73

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Liz

Me despierto cuando me suena la alarma. Miro la hora y son casi las nueve. He pospuesto inconscientemente la alarma de las siete e incluso la de las ocho. «Voy a llegar súper tarde».

Me levanto rápidamente y me voy a lavarme la cara, cuando miro el baño en el que estoy me doy cuenta de que este no es mi baño. De que hoy es viernes y de que estoy en California, en casa de Ian.

Me miro en el espejo y suspiro de alivio. Me siento igual que cuando un sábado te levantas corriendo creyendo que es lunes y que llegas tarde, pero luego te das cuenta de que es fin de semana y de que no tienes de qué preocuparte.

Me doy una ducha rápida y me pongo lo primero que cojo. Unos vaqueros y un jersey gris. Emma vendrá dentro de poco.

La casa está muy tranquila, como se nota que están en la universidad. Espero que a todos les salgan genial los exámenes.

Llaman a la puerta y voy corriendo a abrirla.

–¡Hola Liz! –dice Emma con una sonrisa enorme.

–¡Hola Em! –le doy un abrazo –. Pasa y perdón, no he hecho el desayuno todavía...

–Pues menos mal que no lo has hecho, porque acabo de comprarlo. Por eso he llegado más tarde –dice dándome una bolsa de papel y la pongo en la mesa –. He traído unos donuts y café, bueno para ti chocolate caliente.

–¿Cómo sabes que me gusta el chocolate caliente? –pregunto sorprendida.

–Soy adivina –me guiña el ojo –. Es broma, le he preguntado a Ian.

–Pues me alegro de que lo hayas hecho –cojo la caja y la abro para sacar los donuts –. Pero Emma, ¡qué monada! –digo mirando los dulces.

Ha comprado una caja que vienen seis y son de esos con virutas de colores. Hay uno de fresa y otro del monstruo de las galletas.

–¿A que son adorables? –yo asiento –. Pues espera a probarlos, están muy buenos.

–Esto te habrá costado mucho...

–Que va –dice restándole importancia –, tú pruebalos.

–Me siento culpable, también me gustan las tostadas, eh. O sea que no hacía falta que gastases tu dinero en esto.

–No seas tonta Liz, venga pruébalos.

–Jo, que no... Déjame pagarlos. ¿Cuánto te ha costado todo? Espera voy a por mi monedero.

–Que no, de verdad –me agarra del brazo –. Mira he comprado seis porque no me podían vender cinco. Uno para todos, contando a los chicos.

–Eso no quita lo que ha costado –me encojo de hombros.

–Bueno, ya que no te los comes tú me los como yo –dice pasando de mi y le da un mordisco a su donut.

–Es que desde que he venido aquí Ian está todos los días gastando dinero y los chicos no me dejan invitar nunca.

–¿De verdad que no te dejan invitar? –me pregunta sorprendida.

–No...

–De Ian lo sé porque es un cabezota, ¿pero Mark y Pato también? –dice mirándome confusa.

–Sí, ellos tampoco me dejan.

–Vaya, pues eso sí que es raro.

–¿Tan ratas son?

–No, no son ratas, pero sí son muy aprovechados. Por eso me sorprendo.

–Ah...

–Ahora calla y cómete un donut, el que quieras.

Aléjate de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora