Capítulo 42

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Dejo el coche en la puerta, me limpio las lágrimas y me bajo. Entro a la sala de espera y voy directamente a la consulta del psicólogo.

Abro la puerta sin ni siquiera llamar, no estoy para tonterías.

–Hola señorita Coleman, ¿qué hace aquí? –pregunta confuso.

Mi psicólogo está con una señora no muy mayor. Ésta me mira con mala cara y yo la miro sin apartar la vista.

–He decidido que ayudaré a Ethan.

–¿Qué? –dice sorprendido.

–Voy a ayudar a Ethan, tal y como me pidió –el doctor me sonríe.

–Gracias, ¿tu madre ha aceptado?

–No, pero su opinión da igual en estos momentos. En fin, me voy. Siento haber interrumpido vuestra sesión.

–¿Nos vemos el lunes?

–Ajam, hasta entonces.

–Cuídate Elizabeth –cierro la puerta tras esas palabras y me voy hacia mi coche.

Cojo mi móvil y hago una llamada rápida antes de irme.

¿Sí?

–Soy Liz, verás...

–Es mejor que no me llames –me interrumpe –no quiero problemas.

Ey, no Ethan. Solo te llamo para decirte que voy a ayudarte. Seguro que te lo ha contado el psicólogo.

–Ah, sí. ¿Estás... segura Eli?

–Sí, estoy segura así que el lunes te quiero en el psicólogo y no acepto un no por respuesta. ¡Nos vemos!

Cuelgo antes de que pueda decir nada más y arranco el coche en dirección a casa de Wendy.

Cuando llego llamo al timbre y me abre su madre.

–Hola Liz, ¿qué haces tú por aquí? –me dice con una sonrisa.

–Necesito ver a Wendy –le devuelvo la sonrisa.

–Claro, pasa –abre la puerta para que pase –. ¿Te quedas a cenar?

–¿Puedo quedarme?

–No hace falta ni que lo preguntes, eres más que bienvenida a esta casa.

–Oh gracias, en ese caso claro que sí. Me quedo a cenar.

–Vale cariño, Wendy está ahí.

–¿Quién es mamá? ¡Liz! –dice sorprendida –¿pero qué haces tú aquí?

–Verás tengo que hablar contigo...

–Claro, vamos a mi habitación –me coge de la muñeca y sube las escaleras corriendo.

–Gracias.

–¿Cómo te has escapado? –hace una mueca antes de sentarse en la cama.

–Verás... Me he enterado de que tengo un hermano.

–¿Qué? –dice boquiabierta.

–Sí, tengo un hermano desde hace mucho tiempo.

–¡Joder Liz! Siéntate y cuéntame.

–Mis padres tuvieron un hijo cuando eran jóvenes y como no podían cuidarlo lo dieron en adopción a una familia.

–¿Cómo te has enterado de eso?

–Al llegar a casa los escuché gritando y me quedé en la puerta de la oficina de mi padre escondida. Escuché toda la conversación y bueno, me he enterado de eso –agacho la cabeza y le doy vuelvas al brillante de mi pulsera.

Aléjate de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora