Capítulo 43

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Llegamos a casa después de un auténtico viernes de mierda. Hemos tenido un examen sorpresa y tanto a mi como a Wendy nos ha salido de pena. Son casi las cuatro de la tarde y estamos en el sofá.

–¿Vas a quedar hoy con Ashton?

–No, lo hemos dejado para mañana.

–¿Quieres ir hoy de fiesta?

–No, mejor vamos otro día.

–¿Vemos una película?

–No, no tengo ganas...

–¿Vas a dejar de comportarte como una zorra depresiva?

–No, me temo que eso no va a ser posible.

–Vamos Liz, ¡anímate! -dice mirándome –es verdad que tu madre se ha portado como el culo. Pero no dejes que te amargue la vida.

–Wendy, no sé qué hacer...

–¿Qué puedo hacer para subirte el ánimo?

–Callarte –digo de forma antipática.

–¡Ey! Eso es imposible, lo siento.

–Era broma, era broma –me río –. Solo estoy cansada. Me he pasado toda la noche dándole vueltas a eso.

–Lo entiendo, entonces pondré una película. Sé que te duermes mirándolas.

–¿Cuál vas a poner?

–El diario de Noah -dice con una sonrisa de oreja a oreja.

-¿En serio? -ella asiente con una sonrisa y yo resoplo -¿por qué?

-Porque me gusta mucho y es muy bonita.

–Ya la hemos visto juntas como tres veces.

–¡Y las que nos quedan! -dice dando palmaditas –ponte cómoda porque te espera una tarde larga.

La película empieza y a eso de la mitad los ojos me pesan demasiado como para tenerlos abiertos.

Cuando me levanto tengo una manta echada por encima y estoy en la cama de Wendy. ¿Pero cuándo he subido yo hasta aquí? Miro a mi alrededor y mi mejor amiga no ésta. Todo está oscuro, ha anochecido y no me he dado ni cuenta.

Mi móvil vibra y lo cojo de la mesita de noche. Es mi madre por lo que vuelvo a dejar ahí. No pienso cogerlo.

Salgo de la cama y me voy escaleras abajo.

–Hola bella durmiente –dice Wendy al verme.

–Hola –le sonrío y me siento a su lado en el sofá.

–¿Qué hora es? –pregunto bostezando.

–Las diez.

–¿He dormido como seis horas? –pregunto sorprendida y ella asiente –¿y cómo es que he aparecido arriba?

–Juli y yo te hemos llevado arriba.

–Sí, te hemos llevado las dos –hace una mueca –y he de decir que duermes como un tronco.

–De verdad que no me he dado ni cuenta... –digo avergonzada.

–¿Quieres hacer algo?

–¿Cómo qué?

–No sé, ¿quieres que salgamos a dar una vuelta? –me pregunta Juliana con una sonrisa.

–Sí Liz, te vendría bien que te de el aire -dice mi mejor amiga mirándome con cara de asco y yo le saco el dedo del medio.

–Podemos ir a cenar –propone Juliana. Como sabe que adoro la comida.

–¿Cenar a las diez? Dime tú que bar pone cena a las diez de la noche –pregunto con la ceja enarcada.

Aléjate de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora