Capítulo 34

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-Liz, tenemos que hablar -dice mi madre entrando en mi habitación sin ni siquiera llamar a la puerta.

-¿Qué quieres? -pregunto sin levantarme de la cama.

Es de noche y estoy haciendo unos deberes que tenía pendiente. Sin querer me he quedado dormida después de comer, y me he levantado hace poco.

-En primer lugar no me hables así, y en segundo lugar ¿cuántas veces tengo que decirte que el escritorio es para hacer los deberes? Es malo para tu espalda y...

-Vale, vale -la interrumpo y me siento en la cama -. ¿Eso era lo que venías a decirme?

-En absoluto -coge la silla de mi escritorio para sentarse junto a mí -. Papá y yo hemos estado hablando y me ha contado lo que ocurrió el viernes. No fue tu culpa.

-Disculpas aceptadas -digo haciendo una mueca.

-No te he pedido disculpas -pone los ojos en blanco -y cambio el castigo -yo sonrío de oreja a oreja -. Estás castigada un mes sin salir.

-¿Qué? -digo al escuchar su nuevo castigo -. ¿Un mes? ¡Eso es mucho mamá!

-Sí, un mes y cállate porque pensaba dejarte castigada unos tres meses.

-Sí, y de paso un año -digo con una risa irónica.

-Bueno, otra cosa que quería hablar contigo era sobre tu psicólogo. Me ha llamado esta mañana diciéndome que vas progresando muy bien y que si sigues así, pronto dejarás de ir.

-Ajam -asiento y me muerdo la lengua porque sino acabaré castigada un año.

-También me ha comentado que le gustaría mucho que ayudases a un chico llamado Ethan.

-Te estás metiendo en un terreno lleno de bombas, así que mejor no hables de ese tema -le digo irritada.

-Liz, ese chico necesita ayuda. Tiene que progresar y dice que últimamente va más desde que tú estás yendo.

-Ese chico solo quiere molestarme, ¿lo sabías?

-No sabes qué le pasa, a lo mejor eres la ayuda que necesita.

-No.

-Liz...

-Que no.

-¿Y por qué no? Si se puede saber.

-Vale. ¿Te acuerdas del chico que dejaste entrar en casa?

-Sí, el que tenía el pelo oscuro y dejé que se quedase en tu habitación... -yo asiento.

-Sí, ese. ¿Pues sabes qué? Por su culpa me detuvieron el otro día. Él es el que me metió las cosas en los bolsillos.

-¿Qué? -dice sorprendida.

-Tal y como lo oyes. Si no quieres que siga metiéndome en líos, no me hagas hacer esto.

-No, Liz. Al contrario, necesita ayuda.

-¡¿Qué?! ¿Vas a dejar que me vaya por ahí con un ladrón? ¿Te gustó que fuese a la cárcel?

-Sinceramente no me gustó nada, pero tienes que ayudarle. Hazlo por él. Necesita mucha ayuda y tú se la puedes dar. No vas a tener que salir con él todos los días, solo uno a la semana.

-Estás loca -digo llevándome las manos a la cabeza. -Loca, muy loca. Como una cabra. No estás escuchando lo que estás diciendo.

-No estoy loca y sé lo que he dicho. Solo piénsalo y no hagas que te obligue a hacerlo -dice en tono amenazante.

-Mamá sal de mi habitación. No tengo ganas de seguir hablando contigo y tengo que terminar los deberes para poder irme a dormir.

-Liz, ya sabes que...

Aléjate de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora