Capítulo 5

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La música suena y Wen y yo no paramos de cantar la canción casi gritando.

–Como no paréis pronto va a llover como nunca antes –nos advierte Juliana.

–¡Pues bienvenida sea la lluvia! –dice Wendy y seguimos cantando.

–Venga Juli –le digo –, sabemos que en el fondo tú también quieres cantar.

De pronto se une a nosotras y cantamos dándolo todo como si fuésemos la mismísima Beyonce en su concierto.

–Admito que sí, en el fondo quería cantar –dice entre risas –. Bueno, ya hemos llegado.

–Qué rápido –dice Wendy y la verdad es que sí, hemos tardado como diez minutos.

–¿Qué creíais que tardaríamos una hora en llegar o qué? –nos pregunta en tono burlón mientras nos bajamos del coche.

–Joder, qué caserón –se me escapa sin darme cuenta.

Es una casa muy grande rodeada de un precioso césped y se ve que quien vive aquí será rico. La música se escucha desde aquí y ya hay gente por el césped con vasos rojos en las manos. 

–Y tanto, es casi el triple o más de la mía –dice Wendy sorprendida mientras andamos por el caminito que nos lleva a la casa.

La puerta está entornada, Juliana la abre y de repente se escucha la música más fuerte, gritos y un asqueroso olor a cerveza.

–¡Hola Danny! –le dice Juliana a un chico con el pelo castaño oscuro que es bastante mono.

–Hola Juli –la abraza –. Por lo que veo traes compañía... –nos mira a las dos –. Hola Wen, cuanto tiempo sin verte –la saluda con la mano.

–Hola Danny –le sonríe ella.

–¿Y tú eres...? –me dice con una sonrisa.

–Liz –le sonrío –, una amiga de Wendy.

–Encantado, yo soy Danny –se toca el tupé con la mano y yo me quedo embobada con este chico.

–Igualmente –digo cuando Wendy me da un codazo trayéndome de vuelta a la realidad.

–Bueno, aquí tienes mi abrigo –le dice Juliana –. Guarda bien el mío y los suyos, que también son míos. Como los pierdas tendremos problemas –le advierte amenazándole con el dedo índice –y dales algo de beber. ¡Nos vemos luego!

Juliana se va y Danny manda una chica a que se lleve nuestros abrigos. Pasamos entre la multitud de gente hasta llegar a la cocina, una vez allí Danny nos ofrece un vaso de cerveza.

–Estaré por ahí, si necesitáis algo no dudéis en llamarme –nos mira a las dos y ambas asentimos. Me sonríe y se pierde entre la multitud de gente que hay.

–¿Te gusta? –me pregunta y mira mi vaso.

–Pues nunca la he probado –le digo y le doy un trago a la cerveza –. Puag... No, no me gusta mucho la verdad –no puedo evitar poner cara de asco y ella al verme se ríe de mi cara, supongo.

–No hablaba de la cerveza –dice riéndose y yo no la entiendo –. Me refiero a Danny.

–Ah –digo pensando en lo tonta que soy –, sería raro que no me gustase. ¿Acaso no lo has visto?

–Puag... –suelta de repente y casi escupe.

–Está asquerosa, ¿verdad? –me río por su cara.

–Y tanto –dice mirando el líquido que el vaso contiene –. ¿De verdad esto le gusta a la gente?

–Pues no lo ves –señalo a la multitud que nos rodea que se la bebe como si de agua se tratase.

Aléjate de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora