También quería descubrir que se encontraba en el resto del mundo que me había sido arrebatado. Quería saber que se sentía al dar un paseo sin cualquier objetivo, rodeada de la gente que me importaba y no me hería, rodeada de mis nuevos amigos y de la persona que amo.

Me encantaría poder experimentar lo que es ir a cenar fuera, sin miedo, con grata compañía.

O, con una gran simpleza, gozaría estar simplemente un día sentada, al lado de Naruto, sin preocupaciones rondando por mi cabeza.

Sólo él y yo.

Tal vez todo parezca muy bizarro e indefinido, tal vez todos los sentimientos que comencé a reprimir en lo más recóndito de mi corazón y que se habían acumulado con la llegada de mis nuevos compañeros, estuviesen a punto de explotar, intentando encontrar la manera de mostrar a todas y cada una de las personas que me rodean que por fin soy libre.

Que por fin voy a ser feliz.

Que nada ni nadie me hará daño de esa forma de nuevo.

Y, con las fuerzas que me quedaban, seguí insistiendo en ese acto, aunque ya no sentía mi cuerpo, aunque sabía perfectamente que ya me hallaba inconsciente, no preguntes cómo, pero seguía pensado en esas palabras, en esas emociones y sentimientos, en todo y nada a la vez... Tratando, con más esfuerzo que en toda mi vida, que algo que quisiese saliese bien, aunque fuese una única vez.

No dejaba que los malos recuerdos hiciesen retroceder a los buenos que comenzaban a formarse en mi nueva y tambaleante vida.

Mis ansias de libertad ganaban a la pequeña parte de mi cerebro que insistía en acribillarme con cada una de las palabras y hechos que había realizado mi padre en mi contra pero, siendo completamente sincera, en estos momentos ese dolor era secundario, en esos instantes estaba luchando por poder continuar viviendo, por poder despertar y decirles a todos que estaba bien.

Porque no estaba luchando solo por mí, lo hacía por todos, ya que con cada segundo que pasaba en ese extraño estado entre la vida y la muerte, podía sentir el dolor de las personas que me apreciaban a mi alrededor, como si se clavasen como pequeñas y afiladas agujas.

Pero, ese dolor, en vez de provocar que mis esfuerzos comenzasen a cesar, incentivó que luchase aún con más fuerza, no permitiría que siguiesen sufriendo por mi culpa.

No perdonaría que Sai se sintiese culpable.

No perdonaría que Kakashi perdiese a una discípula.

No perdonaría que Tsunade añadiese una muerte más a su larga lista de dolores personales.

Pero, sobre todo, no perdonaría que Naruto se ahogase en el sufrimiento de perder a la persona que quería.

...

No sé exactamente qué pasó, solo sé que cada vez me sentía más efímera, que cada vez me sentía más lejana y liviana.

El miedo me invadió, pero no permití que me amedrentarse.

Y, cuando pensé que todo lo que estaba haciendo era en vano, noté como algo se deslizaba por mi mejilla.

Noté como mi mano era apretada con fuerza y delicadeza a la vez.

Noté como los gritos que rodeaban la sala comenzaban a ser apaciguados y, comprendí, que alguien se encontraba llorando sobre mí rostro, al notar que nuevas lágrimas caían en mis mejillas.

La pesadez invadió mi sistema, luché por despegar mis párpados.

Sabía que mi cuerpo estaba débil y que necesitaba descansar, pero antes de hacerlo, necesitaba observarle una vez más.

No podía caer en los brazos de Morfeo antes de admirar su rostro y tratar de tranquilizarle.

Con gran esfuerzo logré mi cometido, provocando que azul y verde chocasen, logrando que sus sollozos se detuviesen y que una pequeña sonrisa se marcase en mi rostro.

Él mostró todos sus dientes, dejando que lágrimas de felicidad y alivio escapasen de sus orbes.

Me acarició con lentitud la mejilla y, como si se hubiese detenido el tiempo, acercó su rostro al mío con lentitud.

Sus labios se unieron a los míos con extremo cuidado.

Encajaron a la perfección y, tras una simple y armoniosa danza en la que se denotaba una gran dulzura, alivio y amor, nos separamos.

Él juntó nuestras narices.

Él sonrió de nuevo.

Yo lo hice con él.

-Te amo- escapó de sus labios, como una promesa de amor infinito, como un deseo de futuro a mi lado.

-Te amo- respondí con dulzura, jurándole todo lo que podían conllevar esas simples, delicadas y profundas a su vez, palabras.

Y, tras esos segundos...

Pude comprender que nunca más me llegaría a encontrar realmente...

Sola.

Sola Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon