VI

3.3K 290 20
                                    

Me quedé pensativa con la mirada perdida y los puños apretados.
Observé a Haku y Zabuza.

¿Por qué? ¿Qué clase de relación se puede tener con una persona para llegar a ese nivel?

Yo no confiaba en nadie. Las personas me irritaban, me molestaban...

Odiaba a mi propio padre, ¡le odio!

Gruñí y me peiné hacia atrás.

¿Algún día llegaríamos a ser así mi padre y yo? ¿Estaríamos dispuestos a dar la vida por la del otro como ellos?

No.

No.

Nunca lo haríamos.

Ni en malditos sueños.

Me removí en el sitio incómoda.

Quería marcharme de allí.

Solté un suspiro y me sobresalté al notar como una mano se posaba en mi hombro. Naruto me observaba fijamente, nuestras miradas chocaron.

-¿Estás bien?- ladeó la cabeza y mantuvo su delicado agarre sobre mí.

Observé su mano en mi hombro y después le volví a mirar, me quedé en silencio.

No, no estaba bien. ¿Por qué mi propio padre me trataba así?

Fui a responderle de manera cortante pero un nudo se extendió en mi garganta y provocó que abriese y cerrase la boca estúpidamente. Su mano me proporcionó un apretón a modo de incentivo para hablar. Sus ojos mostraron preocupación.

¡No tenía que preocuparse! ¡Él tenía que alejarse de mí!

Si el poder del kyubi cayese en manos de Danzo sería el fin de toda la aldea.

-¿Sakura-chan? - susurró con cautela.

¿Qué iba a contestarle? No podía articular palabra alguna.

Mi padre me odiaba y yo a él.

Yo le odiaba y él a mí.

¿Qué le había hecho?

¿Qué estaba mal conmigo?

Yo solo quiero ser como Haku...

No puedo, no puedo.

¡No puedo ni ser feliz!

Tal vez... Tal vez sí...

Mis pupilas se extendieron y un jadeo se escapó de mi garganta.

Si le mato puedo ser libre.

¡Podría ser como Haku! ¡Podría ser libre!

Solo tengo que matarle...

Matar a Danzo...

El dolor surcó mi columna vertebral de manera rápida y certera. La marca brilló en tono rojizo haciendo que todo en mí quemase. Mis manos temblaron y reprimí los lastimeros quejidos que quería soltar.
Naruto abrió los ojos con sorpresa y, cuando mis piernas fallaron, me sujetó con fuerza entre sus brazos. Me permití ser débil y hundir mi cabeza en su pecho.

Debía alejarme de él, echarme en una esquina y sufrir en silencio mi castigo pero, ¿qué más daba? Lo único que llenaba mi mente era el dolor. Todo el resto de cosas daban igual, mi padre, Naruto...

Dolor, dolor, dolor...

Cuando mi cuerpo comenzó a convulsionar Naruto se sentó en el suelo y me apretó entre sus brazos con mas fuerza. Susurros inconclusos llegaron a mis oidos y pequeñas caricias fueron dadas en mi pelo. Nunca se alejó de mí en todo el tiempo que duró mi castigo, él estuvo a mi lado.

Sola Where stories live. Discover now