Epílogo

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Y, tras cerrar mis párpados, esperando que todo los sentimientos puestos en ese simple acto surgiesen efecto, me fundí con la inconsciencia, deseando que lo siguiente que pudiesen observar mis orbes jades fuese el techo del hospital de Konoha.

Imploraba poder confiar en la tormenta de emociones que me envolvían cada vez que pensaba en mi rubio compañero, cada una de sus palabras, cada uno de sus gestos... Todo él había comenzado a desestructurar las sólidas barreras que había colocado a mi alrededor, a modo de protección ante el dolor que tenía que sufrir día tras día.
Pero tras ellas, después de que él mismo se encargase de quitar piedra a piedra, me encontré con un gran dolor camuflado con indiferencia, sostuve entre mis brazos mi propia alma rota e, ignorando que lo estaba haciendo, deposité el amor que me quedaba en Naruto, llegado a quererle de una forma que nunca podré llegar a explicar.

El escaso tiempo que me habían dado para conocerle fue más que suficiente para observar su bondad desde lejos.
Creo que nunca en lo que me resta, o me restaba de vida, podría observar un corazón tan puro y, sin miedo alguno, expuesto ante las personas, como si quisiese alardear de su gran alma, como si supiese realmente hasta donde llega su capacidad de hacer sentir mejor a los demás.
Pero yo sé que él no es consciente de lo que hace sentir a la gente que le rodea, sé que sus ojos azules deambulan de persona en persona sin llegar ni siquiera a pensar en los grandes cambios que origina en todas y cada una de las vidas que roza con su alegría y tono despreocupado.

Su comportamiento estúpido contrasta con el nivel de seriedad que es capaz de mostrar si la situación lo acredita, sabe lo que hace porque, tras todos los golpes que le dio la vida, la esperiencia le ofreció la capacidad de saber cómo actuar, algo que muchas personas le restan importancia, sin darse cuenta de que una simple sonrisa en el momento adecuado puede interrumpir desastres.

Sé a ciencia cierta que Naruto no se imagina el gran cambio que ocasiona en tantas personas, como en Sai, antes perteneciente a la raíz y, pondría mi mano en el fuego sin riesgo a perderla, al jurar que mi compañero pálido se alejó de aquella organización gracias a él.

En todas partes se puede observar como su luz alumbra a los demás, dando sosiego a las pesadumbrosas e inquietas almas que, en algún momento de la vida, se perdieron en el camino del dolor y sufrimiento.

Tsunade había abandonado sus largas noches de borrachera. Era conocida por ello en las afueras, pero desde que Naruto a la escasa edad de 12 años, había hecho que la rubia se hiciese cargo de ser la Hokage de la villa, solo se le fue encontrada borracha tras alguna que otra muerte que había vuelto a marcar su ya herido corazón.

No sé cuándo llegué a admirar tanto al cabeza hueca de mi compañero, pero era la persona más entrañable, perfecta y querida que podrías encontrar en todas las aldeas que yo misma había recorrido.

Siempre que iba a alguna misión, por mandato de mi padre en su mayoría, trataba de buscar a alguien diferente, alguna persona que pudiese avivar la curiosidad que se había extinguido hacía mucho en mí junto a mis ganas de seguir luchando.
Siiempre me mantenía atenta, tratando de encontrar ese brillo característico en la mirada de aquella gente con la que me cruzaba. Había comenzado a sentir como si fuese una pérdida de tiempo con el paso de los años, ya que nunca había logrado encontrar aquellos ojos brillosos, llenos de cariño y esperanza.

Pero, sin a penas darme cuenta, me crucé con ellos.

Me crucé con la estrella más brillante y con la que más destacaba en todo el cielo de astros inconclusos.

Aquella estrella más bonita que la misma Luna.

Y ese luminoso punto se encontraba en el fondo de las pupilas de Naruto, escondido tras una capa de felicidad automática, rastros de dolor y sufrimiento y una gran capa de incomprensión cubriéndolo cada vez que me miraba, cada vez que se abría sin darse cuenta ante mí, porque, inocente de él, era como el más sincero libro abierto con el que me podría haber topado.

Sola Where stories live. Discover now