Capítulo XXXII

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Gracias a la poca energía que me quedaba en el cuerpo, tras pasar el castigo y tener que curarme, conseguí dormir durante toda la noche.

Eso no me libró de las pesadillas, pero al menos mi cuerpo podría estar algo descansado.

Aunque realmente no sé si eso era bueno o malo ya que no controlo mi cuerpo. Tal vez cuanto más cansada y peor estuviese más posibilidades de librarme del control de Danzo tendría, ¿o sería al revés?

Sentía que el poco control que tenía anteriormente en mi futuro se deslizaba entre las yemas de mis dedos, poco a poco todo se nublaba alrededor mío. Me movía como un robot, solamente podía pensar y eso no me servía de nada, solo conseguía que la desesperación se aferrase a mi corazón, destrozándome con una lentitud tortuosa.

-Sakura, tienes que desayunar. Ya son las cinco de la mañana, date prisa- habló Danzo.

Su voz interrumpió mis pensamientos y mi cuerpo se movió obedeciéndole. La comida pasaba por mi garganta, no tenía ganas ningunas de comer, pero parecía que eso no importaba.

Suspiré interiormente cuando acabé de tragar todo lo que mi padre había puesto en la mesa.

Es extraña la sensación de no poder mover tu cuerpo pero que se mueva igualmente. Era como estar participando en una actuación de teatro pero siendo un espectador a la vez.

Maldije mentalmente cuando empecé a seguirle, rumbo directo a la sala de reuniones privada. Donde se reunía toda la raíz, era una habitación exageradamente grande, ya que tenía que ser proporcional a la cantidad de personas que trabajan para nosotros.

¿Que si trabajaban para mí?

Pues sí.

Yo estaba encima de ellos pero debajo de Danzo.

Lo que yo ordenaba se seguía si no rompía ninguna norma impuesta por mi padre.

Cruzamos la puerta y ante nosotros se encontraban unos cientos de ninjas, todos con su pierna en el suelo al igual que su mirada.

Patético.

-Empezad la función- ordenó mi padre y dio una pequeña palmada, provocando que todos desapareciese en menos de un segundo.

Tras unos escasos cinco minutos los gritos comenzaron a sonar por toda la aldea, la alarma hizo su presencia y las órdenes dadas por los altos cargos ninja resonaban de fondo tratando de controlar la situación.

Mi sangre hervía por la necesidad de ir a parar todo eso, solo de pensar la gente que estaba sufriendo me daban ganas de matar a mi padre de una manera lenta y dolorosa.

Los de la raíz no tenían del todo la culpa. Como se dice, una vez que entras no sales. Y no porque no quieras, sino porque no puedes, el sello que se impone para tu aceptación, en lo que yo llamo secta, te obliga a no hablar sobre nada relacionado con mi padre y acatar, hasta cierto punto, sus órdenes.

No es que la marca te obligue, el caso es que te puede provocar un intenso dolor. Para el regocijo de los demás mi marca era la única que sobresalía de la media, dando los peores castigos.

-Vamos a la torre pequeña. Tenemos que hablar con la hokage- susurró, no queriendo tapar con su voz la que para él era una gran música, gritos desesperados.

Salimos de allí y comenzamos a cruzar la aldea a paso lento, como si alrededor nuestro no se estuviese formando una sangrienta batalla.

Algún que otro cuerpo comenzaba a decorar el suelo de una forma terrorífica. La sangre se encontraba desparramada y no todos los aldeanos habían sido puestos a salvo aún.

Sola Where stories live. Discover now