IX

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No sé cuándo la gente acabó de comer, no sé cuándo llegué a este sillón con una botella de sake en mi mano y un vaso en la otra.

Aunque, realmente, me daba igual.

Mi mirada se hallaba perdida en ningún punto en especifico, el alcohol provocaba que me sumiese en los lugares mas oscuros y perdidos de mi mente y eso no era nada bueno. Naruto se había acercado en algún punto de la noche a mí preguntándome si quería ir a bailar o simplemente hablar con él. Me habría visto sola, tal vez perdida o simplemente había podido apreciar lo rota que estaba a través de mis pupilas dilatadas y los temblores que sacudía de vez en cuando mi cuerpo. Acabé rechazando su propuesta a la vez que una chica con un bonito pelo morado le empezó a pedir que fuese con ella.
Después de que él me preguntase de nuevo las mismas cosas y de una expresión poco convencida, aceptó la petición de la chica y desapareció entre la marabunta de gente dejándome otra vez sola con mis malditos pensamientos.

Suspiré y volví a notar como el líquido quemaba en mi garganta, debía parar de beber, lo sabía, pero solo quería olvidar todo por una noche, solo quería olvidar la mierda a la que llamaba vida. No controlaba al cien por cien los movimientos que hacía, bebía de manera automática, en un inútil intento de parar mi malestar. La música llenaba mis oídos pero yo la notaba lejana, como si no estuviese dentro de esta habitación, como si me encontraste a kilómetros de allí.

Estaba pero a la vez no...

Mi cuerpo presente... Mi alma, mi mente... Estaban muy lejanas de esta fiesta.

Tenía problemas con el alcohol. No solía beber, nunca tenía tiempo para ello, pero cuando se daba la oportunidad siempre acababa de la misma manera... Perdida.

De un momento a otro la impotencia se extendió por mis venas y mi puño libre se tensó con fuerza. Mis sentimientos pasaron de estar adormilados a arremolinarse en mi interior con fuerza. Acabé la bebida que quedaba en la botella y la apoyé en el suelo, hacía rato que había dejado el vaso a un lado. Noté como mi respiración se volvía agitada, había tocado fondo, y eso significaba que era la hora de revivir los dulces momentos al lado de mi padre. Torturas, castigos, insultos...

Intenté respirar para detener mis pensamientos, traté de liberar mi mente, de volver a la fiesta...

Gruñí al notar como mi piel se erizaba mientras el aire luchaba por entrar en mi organismo. Mis dedos apretaron con fuerza mi cabeza y tiraron de los mechones de mi cabello con fuerza.

Tenía que detenerme ahora mismo... ¡Ya basta!

La sonrisa de mi padre cruzó por mi mente, el sonido de su risa, los golpes, las...

Mis ojos se cristalizaron y los cerré con fuerza.

Basta...

Algo me sobresaltó, abrí los ojos con mesura al chocar mi mirada con la suya. Su mano apartó con delicadeza el agarre que había ejercido sobre mi cabello y, acto seguido, colocó sus palmas sobre las mejillas, sujetándome la cabeza.

-Respira- susurró con delizadeza- Estás aquí, estoy aquí.

Sus ojos azules demostraban preocupación, sus manos apretaron levemente mis mejillas.

Parpadeé y agité mi cabeza con lentitud en un gesto para que me soltase. Sus manos se deslizaron lejos de mí y observé el resto de la habitación. Toda la gente me estaba mirando. Aclaré mi garganta un par de veces y relajé los músculos de todo mi cuerpo, encerré todos los sentimientos que me llenaban en un rincón y volví a observar a Naruto con frialdad. Me acomodé en el sofá y coloqué una de mis piernas sobre la otra.

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