XXVI

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Después de un par de sonrisas en respuesta a mi pregunta comenzamos a caminar hacia las afueras de la aldea.
Una tranquila charla se extendía a mi alrededor. No hablaban de nada importante pero las risas y bromas llenaban los minutos que pasaban mientras caminábamos hacia Suna.

Una vez lo suficientemente lejos de Konoha me detuve ante los atentos ojos de mi sensei, que paró de andar y me dirigió una mirada interrogante.

Mis otros compañeros imitaron a Kakashi. Naruto se mostraba impaciente, dando golpecitos con el pie en el suelo, mientras que Sai simplemente me miraba con curiosidad.

-Hay mucha prisa, ¿no?- corté el silencio a la vez una pequeña idea cruzaba por mi mente.

-Pues claro que sí. Podríamos ir más rápido si no te detuvieses, lista- habló con sorna el cabeza hueca.

-Cállate estúpido- susurré frunciendo el ceño y seguido mordí mi dedo gordo.

Un par de sellos y una gran explosión de humo blanquecino después mi fiel compañero extendió sus alas. Sus escamas blanquecinas brillaban ante el sol que se encontraba en el punto más alto del cielo y sus ojos ámbares me miraban con desaprobación. Él siempre era igual de cariñoso.

Todas las veces que lo invocaba me miraba mal pero si tardaba mucho en volver a llamarle no se paraba de quejar de que me había olvidado de él. Heisei quería todo y nada a la vez. Era un ser poderoso que no quería llegar a admitir el gran aprecio que tenía por una simple humana. Los dragones eran muy orgullosos.

Era todo un pesado pero me quería y yo le quería a él.

Siempre estuvo a mi lado cuando estaba mal. Supongo que es triste que tu mejor amigo sea un dragón, ¿no?

Pues yo creo que no, a veces la gente es muy cruel. Él, al contrario, nunca lo fue conmigo, siempre me protegió y ayudó.

Mis compañeros no habían hablado, sus miradas de incredulidad decían todo. Al fin y al cabo no todos los días ves un dragón.

Mi mano acarició el hocico de mi compañero y él soltó un pequeño suspiro mientras en su rostro se marcaba una pequeña sonrisa. No fue capaz de retenar aquel gesto de alegría y eso consiguió enternecerme.

'Ya tardabas en llamarme, eh' su queja resonó en mi mente y una pequeña risa escapó de mis labios.

-Yo también te echaba de menos -canturreé sincera- Necesito ir a Suna, te invoqué mas grande que normalmente porque, como puedes ver, tenemos compañía- dije mientras le guiñaba un ojo.

-¿¡Eso es un maldito dragón?!- gritó con fuerza Naruto.

-S-si- susurró Kakashi contrariado- ¿Esto es real?

-¿Qué narices?- añadió Sai mientras se acercaba a Heisei.

-¿¡Esa cosa habla!?-siguió chillando el rubio.

-Hablo y, como no pares de gritar, que sepas que también muerdo- gruñó con enfado Heisei- No me vuelvas a llamar cosa, humano imbécil- remató con desagrado.

Él siempre odió a la gente escandalosa, le gustaba el silencio y tranquilidad, por eso se llevaba tan bien conmigo. Éramos capaces de quedarnos en silencio, compartiendo simplemente nuestro tiempo. Heisei solía consolarme siempre que lo necesitaba, me sacaba adelante, me hacía luchar, me hacía querer seguir viviendo... Era y es mi mayor apoyo.

Naruto tembló ante los ojos ambarinos de la imponente criatura y su potente tono de voz.

Una carcajada se escapó de mí sin poder evitarlo. Nunca podría escuchar su voz con aquel característico acento y no reírme, era una cosa que se escapaba de mis posibilidades.

Sola Where stories live. Discover now