XXVII

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Tras la visita al hotel acompañados de Gaara mis compañeros se quedaron allí. Ya era tarde, el sol comenzaba a descender para ocultarse dentro de unas escasas horas detrás las imponentes dunas de Suna. El pelirrojo me acompañó hasta el laboratorio que estaba dispuesto al lado de una especie de herbolario, un pequeño paraíso de plantas en medio de la árida zona.

Después de un pequeño abrazo Gaara desapareció tras el marco de la puerta y mis ojos se fijaron en una pequeña muchacha que me observaba con el miedo grabado en sus oscuras pupilas.

Tenía los brazos cruzados sobre una pequeña carpeta y temblaba levemente ante mi escrutinio. Su pelo lacio de color castaño caía hasta debajo de sus hombros y sus gafas verdes resaltaban sobre su pequeña y redonda nariz.

Fruncí el ceño pensativa, no me acordaba de haberla visto anteriormente. Las numerosas veces que estuve aquí nunca había visto su rostro, tal vez sería nueva o simplemente me había evitado todo ese tiempo.

-Hola, soy Sakura, ¿los informes?- pregunté con seriedad, no estaba aquí para hacer amigos ni para perder el tiempo.

-H-hola soy Kia. Soy nueva aquí, solo llevo un par de semanas y bueno...-empezó a decir la muchacha nerviosamente.

-¿Puedes ir al grano? Hay vida de gente en juego- le corté ya cansada. Podría ser paciente con ella en otros momento, pero este no era el lugar ni el momento adecuados.

Kia extendió la pequeña carpeta azulada hacia mí y bajó su mirada hacia el suelo, avergonzada. Arrebaté con rapidez el objeto de sus manos y lo eché sobre la mesa sentándome en una silla que se encontraba en frente de ella. El silencio nos envolvió a ambas mientras abría la carpeta y agarraba los papeles ordenados por fechas entre mis manos. Ojeé cada uno de los informes con detenimiento, tratando de entender lo que habían hecho en las semanas pasadas y los descubrimientos que podrían haber obtenido.

Básicamente habían hecho alguna que otra prueba, no muy eficaces a decir verdad, dando como resultado una escasa información útil.
Gruñí a lo bajo exasperada, desde que Chiyo había muerto para que Gaara pudiese vivir, la calidad en todo lo relacionado a la medicina en esta aldea había caído en picado.

Por lo que había podido leer era una fuerte bacteria transmitida a través de alimentos, exactamente por una pequeña fruta que se comenzó a ser bastante preciada en la aldea hace unos meses.
La solución parecía sencilla, parar de ingerirla, lo malo era que una vez estando en el cuerpo humano, en el período de incubación, se transmitía vía aérea. Además necesitaban encontrar una cura para los infectados.

La media de días que podían sobrevivir con la enfermedad era de una semana después de su incubación, que tardaba dos semanas.
Temari llevaba dos semanas y media infectada, lo que me daba un gran margen para encontrar la cura, ya que no parecía una infección tan compleja.

Provocaba un fallo multiorgánico debido a una subida repentina del nivel de presión en sangre junto a otros problemas de inflamación y un aumento excesivo de la glucosa. No era ni de lejos lo peor a lo que me había enfrentado.

-Acércame el peor antídoto que hayáis hecho y el que mejor haya funcionado- pedí o más bien ordené a la muchacha.

Ella, después de un shock inicial, me había proporcionado los dos líquidos junto a su composición.

-Prefiero los venenos, me gustan mucho más- bufé con molestia- Las enfermedades e infecciones son más cansinas.

Me estiré en la silla y, tras unos segundos balanceándome en ella, miré decidida a Kia.

-Mañana por la mañana tendremos el antídoto si me traes lo que te pido en todo momento, claro. No te atrevas a quedarte dormida- dije con un tono calmado comenzando a analizar y mezclar diferentes productos y plantas.

Sola Where stories live. Discover now