Cap. 11: Los Dragones Gemelos

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Después de clases, todos fuimos directamente a la Base a por petición de Jet, quien no nos había comentado nada acerca de lo que había logrado.

–¿Listos? –preguntó Jet.

James lo miró mostrando impaciencia en su rostro y Jet se limitó a teclear un par de botones. Todos pudimos oír una frecuencia cifrada de la policía, sin embargo, tan solo se oían ruidos.

–Pensé que había logrado que quedase descifrada –dijo Jet confuso–, dadme un segundo.

Rápidamente pasó sus manos por el teclado y los ruidos se convirtieron en voces.

–A todas las unidades disponibles: nos han informado de que hay actividad de los Otsuzuki cerca de Chiyoda.

–¿Otsuzuki? –se sorprendió Yuki–. ¿Los de las Triadas?

–¡Debemos ir allí! –dijo Lon.

–No –intervení–, la policía puede con eso... deberíamos atacar su base.

–La policía no puede entrar la propiedad de los Otsuzuki a pesar de que sean criminales.

–Lo sé –dije–, pero si nosotros asaltamos el edificio les daremos la excusa perfecta para que puedan entrar legalmente.

–Cierto –me apoyó James–, el edificio pasaría a ser la escena de un crimen y la policía podría investigar allí.

–Entonces... –dijo Jet–. ¿Van a meterse en la boca del lobo?

Casi por instinto todos asentimos al mismo tiempo. Fuimos a ponernos los trajes y notamos que habían cambiado ligeramente, ahora tenían dibujadas águilas; en mi caso, una de color azul eléctrico.

–¿Soy la única que nota distinto el traje? –preguntó Yaolan.

–He modificado un poco las protecciones –comentó Yuki.

–¿Por qué un águila? –pregunté con curiosidad.

–Ustedes querían ser un símbolo –dijo Yuki alegremente–, y hace mucho que nadie lleva el de los Keibiin.

–Sigo prefiriendo el mío –dijo James después de salir de las llamas que le colocaron su traje.

–Vamos chicos, no hay tiempo que perder –dijo Jet.

Salimos de la base y tardamos poco menos de una hora en llegar a las afueras de la ciudad, donde los Otsuzuki tenían un edificio cuyo estilo arquitectónico recordaba a la periodo Edo y sus colores en rojo y negro le daban un aspecto imponente. En el arco de la entrada había dos pequeñas estatuas con la forma de dos dragones.

–¿Por qué todo esta tan tranquilo? –preguntó James mientras nos acercábamos a la puerta.

A pesar de ser el que más tiempo había luchado contra criminales, era el que más nervioso parecía, aunque en cuanto un amplio grupo de hombres salieron a defender el lugar no tuvimos tiempo de examinarnos.

Alcanzamos el jardín y nos abrimos paso de la mejor forma que pudimos. Rogue y yo saltamos para lanzar llamas y rayos a los más alejados, mientras que Kinozuke se limitó a golpearlos con una vara de hierro y Akai Yuki los detuvo usando el hielo.

Rogue y yo logramos evitar a los demás y nos aproximamos a la puerta. Él fundió el pomo y yo abrí la puerta de una patada para después entrar en posición ofensiva, sin embargo, en el interior tan solo había un hombre arrodillado sujetando una katana entre sus manos.

–Aceptaron la prueba de los dos dragones –dijo el hombre levantándose y preparándose para luchar.

Kinozuke y Akai Yuki habían luchado contra los enemigos que quedaban en el patio, el entrenamiento de Lon era mucho más eficaz que el de los matones comunes, sin embargo, cuando se dirigieron al interior para ayudar a sus amigos, dos personas vestidas con brillantes armaduras de samurái cayeron frente a ellos.

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