Cap. 4: Rogue

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James caminó durante unos minutos dolido por no haberse quedado. Esperó a que nadie lo viese y se adentró en los callejones, trepó por las tuberías salientes de los edificios y visualizó el barrio desde lo alto de ellos, tratando de no pensar en lo que harían sus padres si lo descubrían.

Se puso en pie y extendió los brazos, pocos segundos después apareció un fénix que lo rodeó en una llamarada que al despejarse mostró una versión muy distinta de James. Su traje había cambiado por uno negro con unos pocos detalles en amarillo fuego y una espada colgada a su espalda.

Se colocó una braga militar y la capucha del traje para ocultar su rostro y asomándose al borde del edificio miró a unas oficinas abandonadas que había frente a él, después se concentró y pudo sentir los puntos de calor cercanos.

–Parece que no están tan abandonadas –bromeó para sí mismo al sentir el calor corporal de varias personas.

Bajo hasta la puerta trasera del edificio, rápidamente incapacitó al guardia que la vigilaba con un par de golpes y fundió el pomo para abrirla. Entró al edificio y subió varias escaleras, neutralizando en silencio a todos los hombres que se iba encontrando.

Disparaba fuego a todas las cámaras que veía para que no pudiesen obtener datos de ellas. Poco después atravesó una de las puertas de los pisos superiores y pudo observar que lo esperaban.

–Se suponía que esta entrega iba a ser fácil –dijo un hombre con un traje negro rodeado de varios matones callejeros–. ¡Mátenlo!

Los matones le apuntaron con sus pistolas, pero él con una llamarada las inutilizó, desenfundó su espada de fuego y con habilidad hizo cortes a los matones impidiendo que se moviesen, el jefe salió corriendo, sin embargo, no tenía escapatoria, él no tardó en llegar para observar como aquel hombre temblaba asustado.

–¿Dónde están? –preguntó poniendo la voz más grave e intimidante que podía.

–¿Qué? –preguntó el hombre asustado.

–Sé que varios líderes de la mafia actúan a través de ti ¡dime dónde están!

–No lo sé –respondió el mafioso.

–Entonces no me sirves –sentenció él.

Sin miramientos le golpeó el estómago.

–¿Vas a hablar? –preguntó perdiendo la paciencia.

–¿Quién eres? –quiso saber el mafioso.

–Soy Rogue.

Rogue utilizó el mango de la espada para noquear al mafioso y después se marchó de allí.

Rogue's NationWhere stories live. Discover now