XXXIV

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El ascensor al costado de la fila donde se encontraba se encendió, luces blancas iluminando el cuadrado que era su extensión. Todas las luces dentro del hangar le siguieron, mientras una capa de niebla comenzaba a filtrarse por el espacio recién abierto.

La capa de invisibilidad del portaaviones.

La animación holográfica de su cabina le dio a Rebecca una visual de la ruta al ascensor, breve al estar ella en la posición más cercana a éste. Con el pie en el pedal avanzó, enderezando la nariz de su aeronave con un simple movimiento de la palanca de mandos. Vio la silueta del umbral que la separaba de la seguridad del hangar sobre su cabeza por unos segundos, volviendo a ser tragada por la niebla apenas terminó de cruzarla.

Estaba fuera, en el ascensor.

Viró su avión, acercándose al borde iluminado del espacio. Dirigió la punta al hangar, y se detuvo. Su mano se desplegó sin necesidad de la mirada, cerrándose sobre otra palanca que enseguida llevó hasta su máxima extensión. Con un zumbido, los motores en cada una de las alas del avión cobraron vida.

La aeronave de Sydney se ubicó a su lado, las alas largas de ésta casi rozando las del aparato de Rebecca. Con iluminación apenas visible por el humo a su alrededor, logró ver la silueta de su amiga mirándola de vuelta desde su silla.

No podía ver bien sus ojos, pero la forma en que se curvaban sus labios le mostraba cierta preocupación que también compartía. Su primera misión de ataque real. El primer asalto.

Pasó sus dedos por el cristal gris de su visor aerodinámico, el sólo gesto desplegando una gama nueva de hologramas en su cabina. El más importante de todos en el centro. La mira. A su alrededor, medidas del estado de cada componente del avión, potencia, fuerza y dirección de viento, y un indicador extra que señalaba la posición de sus objetivos. Casi como un videojuego, una manera que, de cierta forma, facilitaba sus acciones.

Sintió enseguida el ascensor entrando en acción bajo su nave; Sydney y ella elevándose hasta la cubierta principal del portaaviones.

-Líder Sombra, aquí Enterprise- le llegó la comunicación a través de sus auriculares, incluidos en su casco -Autorización para despegar y rodear-

-Gracias- susurró sin transmitirlo, rodando los ojos ante el comando.

Sabía perfectamente que tenía autorización. Habría despegado de todos modos. No era sólo Cass y su equipo, era todo el campamento por lo que luchaba.

-Recibido, Enterprise- respondió, transmitiendo esta vez.

En un caso normal, esa habría sido la última transmisión. Sin embargo, el caos en el puente que apenas había logrado ordenar era, por supuesto, nada cercano lo normal.

-¡Becca!- le llegó la voz de Ren -¡¿De dónde vienen estas indicaciones de volver al campamento?!-

Mordió sus labios, sabiendo que esto llegaría a suceder. Su idea era devolver el Enterprise al campamento. Si fallaban, al menos la isla no estaría desprotegida. Al menos era su plan, pero sabía que Ren no lo compartía. Como su ex-mentor, seguía sintiendo cierta responsabilidad de mantenerla a ella y a Sydney a salvo, y lo entendía.

Pero no podía dejar que dejara el campamento indefenso.

-Ren- le replicó con autoridad en la voz -Necesito que te lleves al Enterprise al campamento...-

-¡No!- interrumpió éste, como sabía que haría -Ustedes necesitan la cobertura de las baterías...-

-¡Ren, en serio!- lo volvió a cortar, en un intento de hacerle ver su punto -¡El campamento no puede quedar solo si fallamos!-

Noxus: El Linaje PerdidoWhere stories live. Discover now