VI

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-¿Qué sucede?- preguntó Lexy, sus grandes ojos brillando con curiosidad.

Observaba a su hermano, que se había quedado con el teléfono en mano, congelado un segundo en su posición.

-Cámbiate- le ordenó con voz imperativa, colgando el teléfono -Ya-

La niña lo miró, sorprendida ante el tono, su cabeza inclinándose un poco a la derecha. Ian nunca le había pedido nada con una voz así de autoritaria y si alguna vez la había aplicado, era al estar bastante enojado con ella.

-Busca algo para el frío, Alexandria ¡Ve!- le volvió a decir, levantando el tono y usando su nombre completo.

Lexy parpadeó un momento, sorprendida, y enseguida se echó a correr hacia la escalera. Ian la vio alejarse y, apenas desapareció en el segundo piso, reaccionó. Corrió por el pasillo, dirigiéndose a la izquierda, casi resbalándose con el tapete que lo adornaba. Entró a la sala familiar, agarrando el marco del arco que daba acceso para dirigirse a la pared.

Su mirada se posó sobre el sofá esquinero, que rodeaba una mesa de cristal, adornada con un florero y un portarretrato que mostraba una imagen de Lexy y él. Detrás estaba la chimenea, bordeada por un marco de ladrillos, y verificó desde la distancia que no estuviera encendida.

Se volteó al confirmar su inactividad, dirigiéndose a la pequeña mesita de madera que estaba detrás del sofá. La empujó, evitando que el jarrón de porcelana que estaba encima se cayera y partiera. Las patas de la mesita soltaron un gruñido al deslizarse por el suelo de madera, algo que Ian ignoró mientras la dejaba junto a las tres ventanas que formaban la pared del fondo de la sala, ubicadas en una forma basada en una casa victoriana.

Una vez la mesa estuvo apartada, Ian volvió a la pared donde estaba antes, donde ahora se veían un par de muescas antes ocultas por ella. Puso sus dedos en las muescas y aplicó fuerza hacia arriba. La porción de la pared, casi del tamaño de una mesa de comedor, se deslizó en esa dirección, revelando un compartimiento secreto oculto en la gruesa pared. Dentro, filadas en orden vertical, había varias pistolas, rifles, una lanza, una espada y un lanzacohetes.

Ian tomó este último, más liviano de lo que se veía, y lo ubicó junto a la escalera, cerca de la puerta al jardín. Si algo aparecía, podría contraatacar. Volvió a la sala, sacando del estante varios de los rifles y unas cuantas pistolas, ubicándolas entre sus brazos. Con ellas en mano se dirigió al pasillo, directo a la entrada principal de la casa. Giró antes de llegar, ingresando por una puerta del mismo tono oscuro de madera de las paredes del pasillo, haciéndola casi invisible.

Entró a la habitación oscura, con las armas ya pesándole e incomodando sus brazos. Se dirigió al centro, donde estaba detenido el prototipo en el que su padre había estado trabajando. Un auto, similar al que usaban en ocasiones normales, con lo que parecían motores inclinados en la parte de atrás. Sin embargo, Ian sabía que no eran eso. Se trataba de un par de reactores, a los que su padre intentaba darles la función de desactivar aparatos eléctricos en su rango de acción.

Las herramientas dispersas en el suelo eran una muestra indudable del trabajo reciente de su padre, y las esquivó mientras se dirigía a la puerta trasera del auto. La abrió con dificultad, tratando de mantener las armas balanceadas en sus manos mientras se agachaba para alcanzar la manija.

Dejó las armas en los asientos traseros, dejando la puerta abierta y dirigiéndose de nuevo a la sala, para llevar lo que faltaba. Avanzó por el pasillo, devolviéndose a la sala. Entró, encontrándose a su hermana allí. Se había quitado el saco, reemplazándolo por una camisa manga larga del mismo verde. Sobre ésta llevaba un par de correas que sostenían lo que parecía un pedazo de una manga aún mayor sobre su brazo izquierdo, que Ian supuso eran para llevar algo.

Noxus: El Linaje PerdidoWhere stories live. Discover now