II

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-Va por Park Avenue- advirtió Liz por la radio -Cass, síguelo por izquierda. ¡Annie, derecho!-

Cass asintió, sin saber si Liz había alcanzado a verlo, y giró a la izquierda, separándose de Mariella. Vió por el espejo retrovisor a Anna, al volante de su Nissan anaranjado. Ella enseguida se separó apenas cruzaron la siguiente intersección, girando unos segundos antes de que la luz del semáforo cambiara a rojo.

Anna avanzó por la vía de tres carriles a la que acababa de ingresar, atenta a los autos parqueados en el carril derecho. Aceleró, esquivando el tráfico ya común en Nueva York. Fue entonces, tras rebasar un camión de entrega de correos, que lo vió. El auto que estaban cazando.

La persecución había iniciado en la parte baja de Manhattan, cuando lograron interceptar al auto. Ya lo llevaban cazando desde antes. Tras los eventos de San Francisco, habían entrado en un estado de alarma, a la intemperie de algún ataque por parte de la Entente, que ya sabían no había sido derrotada en el ataque que habían librado. Eso podía ser la principal razón por la que ahora estaban persiguiendo al Camaro gris sin identificación que atravesaba con rapidez las calles de la ciudad. Aunque Anna ahora sospechaba que se debía a cierta paranoia.

-¡Lo tengo delante!- avisó, confiando en que su radio estuviera encendido.

No supo si lo estaba. No tuvo respuesta, por lo que trató de posicionarse detrás del auto. Sabía que si lo lograba tendría un chance de detenerlo usando los ganchos que su auto tenía en el frente. Sin embargo, en el momento, había una masa de varios vehículos entre ella y su objetivo.

-¡Annie!- le llegó la voz de Liz -Tienes dos cruces más antes de que la calle cambie. Si vas a hacer algo, que sea rápido-

Anna levantó un poco su mirada, encontrándose al edificio de MetLife, detrás de la estación Grand Central. Liz estaba en lo cierto, se estaba quedando sin espacio. Agradeció que Nico estuviera en su helicóptero, cambiando los semáforos a su favor. Aceleró, esquivando un par de autos por el espacio entre ellos.

Oyó los pitos detrás, pero ignoró eso y se inclinó al carril izquierdo. Pasó de largo otro auto, cruzándose enfrente de éste apenas lo rebasó, quedando justo detrás de su presa. Sonrió, al ver cómo el auto que perseguía quedaba atrapado entre otros dos. Movió su mano derecha al tablero, ubicándola justo encima del botón que accionaba los ganchos, y dió un último pequeño giro para quedar justo detrás. Se preparó para disparar.

• • •

Cass dejó atrás el pequeño bulevar que dividía la calle por la que cruzó Anna, pasando junto a un edificio de ladrillos color arena. Confiaba en que Nico pudiera acomodar los semáforos siguientes, dándole tiempo para poder interceptar a su objetivo. Su precognición parecía haber casi quedado de lado después de los eventos en San Francisco, pero aún así tenía sus sospechas de que lo que perseguían no se trataba de la Entente.

Dejó eso de lado mientras avanzaba entre dos carriles de autos parqueados, desesperándose por la velocidad que tenía la fila en que avanzaba.

-¡Lo tengo delante!- oyó que avisaba Anna, y por un momento su rostro se iluminó.

Anna aún tenía espacio. Podía hacerlo. Si lo lograba, pronto estarían de vuelta en Nueva Jersey. Cass rezó porque pudiera hacerlo. Oyó que Liz le advertía el poco espacio que tenía antes de que la vía cambiara, conmutándose con otra. Esperó.

Tres segundos. ¿Qué pasaba? Para entonces ya Anna tenía que haber disparado.

-¡Estúpido, ¿qué te sucede?!- gritó Anna por la radio, acompañada del escandaloso ruido de su pito.

Cass se sobresaltó. No esperaba un grito así de repentino. Bajó el volumen de su radio en un intento de apaciguar el estruendo, al tiempo que volteaba su auto a la derecha. Sintió cómo una de las llantas delanteras se montaba en el andén, y apretó sus dientes mientras volteaba el timón al máximo para volver a la vía. Justo tenía que gritar Anna cuando estaba en la esquina.

-¡¿Annie?!- llegó la voz de Mariella, que por su tono también se había sobresaltado.

-Perdón- respondió Anna aún enojada, pero con una nota de sinceridad en el fondo -Ese estúpido se me atravesó en el cruce. Cass, Mary, les toca a ustedes-

-¿Dirección?- preguntó Cass, al tiempo que hacía un leve movimiento hacia abajo con su cabeza.

Sus esperanzas de que Anna acabara la persecución se derrumbaron. Quería volver con sus hijas.

Las vacaciones a Nueva Jersey habían sido su idea, en un intento por tomarse un tiempo con ellas. Sin embargo, la Guardia entera había venido a formar parte del plan también. Suerte que tenían una casa grande. En el momento, quería volver con Angella.

Aún no podía creer que la habían vuelto a encontrar. Después de tanto tiempo y búsqueda, había sido su hermana quien la había traído de vuelta. Las recordaba a ambas, de pequeñas, jugando juntas, antes de que Angella desapareciera. Ahora ya estaba de vuelta, toda la familia reunida.

-Va a la izquierda- llegó la voz de Anna, más relajada, sacando a Cass de sus pensamientos -¡Cass va hacia ti!-

-Bien- respondió Cass, esquivando un taxi por su lado izquierdo -Voy ciego, necesito que me ilustres-

«¡Siguiente intersección!» le llegó su respuesta, pero no era de quien esperaba.

Miró hacia arriba, viendo por un breve momento al helicóptero de la Guardia, su armazón liso pintado negro, volando sobre los edificios cercanos en un cielo oscurecido por una tormenta que aún no empezaba a mostrar su fuerza. Volvió a enfocarse en la calle, dirigiendo su mirada al sitio que Camily le había dicho. La niña había desarrollado el mismo poder que ahora sabía su hija poseía y que, en cierto modo, era uno de los más útiles que jamás habían visto.

Telepatía.

«Va acercándose», siguió informando Camily, «Doscientos metros.»

Cass mantuvo su auto recto, enfocando los ganchos en el frente de este a la intersección. Ubicó su mano derecha sobre el botón de disparo, manteniendo los ojos en la vía despejada que tenía adelante. Por un momento todo a su alrededor se iluminó, y alcanzó a ver el primer rayo impactar un edificio en la distancia. Sin embargo, supo que algo estaba mal apenas éste iluminó los alrededores, y lo que vio lo asustó, separándolo de la realidad por un momento.

El rayo era azul, del mismo tono que el agua que rodeaba la ciudad. El cielo a su alrededor se tornó de ese color por un momento, iluminando por ese breve instante las nubes oscuras que lo llenaban. Eso, al menos, no fue lo peor. Fue la sombra, que desapareció tan rápido como apareció.

«¿Cass? ¡Cass!» lo llamó Camily, una notable de desesperación en su voz telepática «¡Cien metros! ¡Prepárate!»

Cass se preparó, pero aun así no pudo sacar la visión de su mente. Esperaba que Camily no la hubiera visto, al estar enganchada a su mente, y el hecho de no sentir su presencia mental en ese breve instante le dio un poco de esperanza en ese objetivo. Las gruesas columnas negras, hechas de lo que parecía niebla extendiéndose hacia afuera...

«¡Cass! ¡Cincuenta!» Volvió a advertir Camily, con una nota de ansiedad en la voz, confirmándole que no había visto lo que él vio.

Se sintió aliviado de que la niña no la hubiera tenido que ver, pero enseguida volvió su mirada a la calle, sin poder apartar aún así la visión de su mente.

Hizo un cálculo rápido, algo en lo que era bueno desde pequeño. No lo revisó por segunda vez. No había tiempo. Giró su auto, y disparó.  

Noxus: El Linaje PerdidoWhere stories live. Discover now