IV

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Cass escuchó el impacto del metal contra metal, y enseguida sintió cómo los cables de los dos ganchos que acababa de disparar se tensionaban al haber encontrado su objetivo.

Fue entonces que sintió cómo su auto entero era halado hacia la izquierda, y entonces pisó los frenos con fuerza. Vio el Camaro gris que estaban persiguiendo, con los dos cables de sus ganchos incrustados en el costado, tratando de avanzar para escapar. Cass movió la palanca de cambios, ubicándola en reversa, y pisó el acelerador.

La fuerza del otro auto seguía llevándolo directo a los edificios del costado izquierdo de la calle, y por un momento se quejó de la increíble potencia que éste tenía. Mantuvo su presión en el acelerador, apretando los dientes mientras aferraba el volante con más fuerza.

Como si eso le diera mayor fuerza.

Fue entonces que finalmente sintió un cambio, y su auto enseguida retrocedió. Miró hacia atrás primero, aunque moría de ganas por ver qué había dado el repentino cambio, pero al parecer los autos cercanos se habían detenido u orillado al ver su repentina frenada, así como la nube de humo que los neumáticos habían generado al encontrarse aplicando una fuerza mayor estando detenidas.

Volvió su mirada al frente y, por un momento, la visión de la sombra volvió a él: la iluminación del rayo, oscura y espectral, revelando las columnas de humo oscuras, el monstruo que acechaba entre la tormenta.

Alejó la visión con algo de esfuerzo, dirigiendo su mirada a la calle. Entonces vió la razón del cambio de fuerzas. Anna.

-¡Lo tengo!- gritó la pelirroja por la radio, y Cass alcanzó a verla hacer una señal de victoria con el puño.

Sus ojos azules, llenos de un brillo determinado, estaban clavados en el auto, que ya empezaba a envolverse en la nube de humo que sus neumáticos soltaban al intentar liberarse.

-Dale una advertencia Annie- le dijo Cass, preguntándose por un momento en dónde estaba Mariella.

Anna asintió, una sonrisa cruel apareciendo en su rostro. Cass la vió susurrar algo, pero su voz nunca llegó al radio. No le importó. Su mirada se enfocó en el capó anaranjado de su vehículo, cuyo centro se estaba levantando.

Del relieve, un triángulo de alguna manera perfectamente equilátero, salieron un par de cañones de rifle delgados y pequeños, dos tubos negros enfocados en dirección al Camaro.

Anna disparó. Se oyeron gritos en los alrededores, y por sus retrovisores Cass pudo ver que la gente que se había aglomerado para ver lo que sucedía salía corriendo despavorida. Sintió lástima por ellos. Esta no era su guerra.

Sus pensamientos se vieron dispersados cuando sintió un cambio, y su mirada volvió al auto, su parte trasera ahora perforada por un par de agujeros iguales, casi invisibles por la nube de humo cada vez más grande que lo envolvía. Fue eso lo que alarmó a Cass. La nube.

El humo se estaba disipando, con lentitud, pero visible. Entonces la precognición volvió a Cass, como un golpe de agua fría, y se agachó.

Las balas golpearon contra el parabrisas de su auto, sin poder traspasar el fuerte blindaje de éste. Cass reaccionó de inmediato, presionando un botón en su tablero, en la posición que ya había aprendido de memoria. Una parte del capó inclinado de su auto se levantó, al igual que el de Anna, y los dos cañones salieron de éste.

-¡Contraataque armado!- avisó por la radio aún encendida, tratando de vislumbrar entre el humo dónde podría estar el tirador.

Liberó un poco el acelerador, cayendo en cuenta de que el auto debía estar detenido al estar disipándose el humo. No debía dejar que el cable se tensionara demasiado. Oyó un chirrido de neumáticos, seguido de disparos que supuso venían de Anna.

Noxus: El Linaje PerdidoWhere stories live. Discover now