XII

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-Esto no está bien- susurró Lyra, agarrando el borde de la ventana y observando el paisaje que se extendía ante sus ojos.

Reconocía el río que tenía enfrente. Y era justo ese reconocimiento el que la descolocaba. No podía ser. El río Arno estaba a medio mundo de distancia de donde había estado hasta hace un momento.

Le hubiera encantado que ese hubiera sido su único problema. Sin embargo, su suerte no era tal. Su mayor problema estaba en sí misma.

Volvía a tener el cuerpo de una niña. De ella misma, cuando era niña. Y esa última parte no ayudaba en nada su situación actual.

La teoría de que había sido secuestrada se hizo añicos apenas la verdad se desplegó ante sus ojos.

Había vuelto en el tiempo. De alguna manera lo había hecho, y aún conservaba sus conocimientos.

Sintió de repente las ganas de volar, alejarse de allí usando su poder. Pensaría en lo que había sucedido al estar a solas. Tuvo el inconsciente pensamiento de elevarse, que siempre tenía antes de surcar los aires. Sin embargo, no funcionó.

Lo volvió a intentar, está vez concentrándose más. Nada. No podía elevarse. Ni un centímetro.

Un miedo repentino comenzó a invadirla, por lo que se obligó a respirar profundo. Necesitaba pensar claro, y el pánico que empezaba a sentir no le permitiría hacer eso. Enseguida recordó algo. Su madre.

La revelación cayó de inmediato en ella.

-¡Tú!- gritó, volviéndose y apuntando a su madre con su dedo índice -¿Qué me hiciste? ¿Dónde estoy?-

-Donde deberías estar- respondió la mujer, con una voz que ya le era desconocida.

Esa no era su madre. Ni cerca. Ya no conocía a la persona que tenía delante. Buscó con desesperación algo que pudiera usar para defenderse, pero sus manos no encontraron más que la ropa que llevaba. Tenía que hacer algo.

Aferró sus manos a los bordes del marco de la ventana, aplicando fuerza a cada mano. Con un movimiento ágil dió un salto, apoyándose en ambas manos y dando una patada directo al estómago de la mujer que tenía enfrente.

Soltó sus manos, dejando que la fuerza de su patada la impulsara hacia el frente.

Aterrizó sobre la mujer ejerciendo todo su peso sobre ella. Se separó enseguida, dando un giro a la izquierda. Llegó al borde de la mesita de noche, donde se levantó con rapidez. Agarró con fuerza la lámpara, sosteniéndola como un sable en dirección a la mujer.

Esperaba con eso verse amenazadora, pero sus rasgos de niña y la infantil camiseta que llevaba cambiaban su posición a una inocente y adorable.

Apretó la lámpara con fuerza, los relieves del cristal con que estaba hecha presionándose contra la piel de sus palmas. Extendió su pierna izquierda, consiguiendo así un mejor punto de apoyo. Podía haber vuelto en el tiempo de alguna manera, e incluso haber vuelto a cuando era una niña, pero aún conservaba las técnicas que había aprendido a lo largo de los años.

Podía defenderse.

Se lanzó con agilidad hacia la mujer, que apenas se estaba levantando, mientras elevaba la lámpara sobre su cabeza. Se preparó para atestarle un golpe en la espalda, con suerte con suficiente fuerza como para dejarla inconsciente. Ya no sabía si contaba con su antigua fuerza.

El golpe no llegó.

La mujer se movió con una rapidez que Lyra jamás había esperado y, por un momento, se preguntó si lo que acababa de presenciar era una manifestación de teletransportación.

Noxus: El Linaje PerdidoOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz