C A P Í T U L O 3 4

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—Venga, hombre. Ya está bien de reírse de mí —exploto, sentándome en la mesa—. ¿Por qué no podéis ser todos sinceros desde el primer momento? ¿Ahora se supone que eres un vicioso? ¿Te tiras a todo lo que se mueve?

—Por definición —interviene Remi—, la bisexualidad abarca hombres y mujeres...

—Es un alivio saber que la integridad física de mi perra no corre ningún peligro —replicó sarcásticamente.

—Ni la tuya tampoco —añade Jerome, sacudiendo la cajetilla de tabaco—. Que sea bisexual no significa que me gusten los gilipollas.

—Ja, ja, qué gracioso —mascullo—. En resumen, se supone que solamente eres medio marica, ¿no?

—Eso tiene sentido —contesta—. No me gustan las películas de Barbie, pero sí cuido de mi piel. ¿Crees que debo someterme a alguna prueba más? ¿Cómo va tu maricómetro?

Decido pasar olímpicamente de esa provocación.

—¿Y a quién pretendes meter en la casa? Conociéndote, vas a hamacar al nene sea hombre o mujer, y cuando pronuncies tu épico «hora de irse», querrá escupirte a la cara. Acabará largándose sin pagar el alquiler.

—Nunca me he tirado a mis compañeros de piso. Ni siquiera Mirelle fue la excepción; ella estaba de vacaciones por una semana —apunta Jer—. Además de que no paso tiempo por aquí para que sea posible espantarlo o espantarla con mi mal humor.

Giro la cabeza hacia Remi, que atiende a nuestra discusión francamente divertido. Dios mío, vivir con una persona con esta clase de devenir sexual y encima estando interesado en ambos sexos, va a causar mi pronta muerte. Si entra un tío en casa, estarán follándose por las esquinas, y si entra una tía, también. No soy tan estúpido para fiarme de la palabra de boy scout de un cabronazo con pinta de mafioso y la picha más floja del continente.

—¿Ya tienes al candidato? —Remi asiente—. Quién es y cómo es? —pregunto con recelos.

—Se llama Ivanna Saxton. Tiene veintidós años y es natural de Nueva York. El plan es venirse un año a París para preparar una exposición de fotografía para el invierno que viene. Nunca ha salido de casa, así que está muy ilusionada. Y es una ricura —añade—. He estado hablando con ella durante unos días y realmente es muy buena chica. Ha mandado una foto para que pueda reconocerla cuando vaya a buscarla al aeropuerto la semana que viene.

—No me la enseñes. No me van las mujeres que podrían ser mis hijas... Y a ti más te vale no estar interesado —le espeto a Jerome, apuntándolo con el dedo—. No sé qué edad tienes, pero no vas a pervertir a una adolescente delante mía. La protegeré con mi cuerpo de tus maldades, si es necesario...

Jerome encoge un hombro y se coloca frente al portátil para ver la imagen de Ivanna. Remi le señala un punto en la pantalla y agranda con el ratón. La reacción de Jerome se reduce a un levísimo levantamiento de cejas.

—¿Qué? —me regodeo. Él clava sus ojos en los míos—. ¿No es tu tipo?

—Se parece a Jennifer Lopez.

Me falta tiempo para saltar sobre el ordenador y echar una ojeada, pero en lugar de a una latina espectacular, me encuentro con una cara muy dulce y una larguísima melena blanca. La chica lleva una sudadera de Mike Wazowski.

—¿Me estás jodiendo? ¿Cómo sabes que me gusta J. Lo?

—La tienes de fondo de pantalla.

Ojos que no ven... ¡van y me mienten! [AUTOCONCLUSIVA]Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin