Tyler y yo somos algo así como amigos desde ese domingo en el que almorzamos juntos hamburguesas.

—Podría ser mejor —respondo y me apresuro a comer.

Al cabo de cinco minutos, Liam se levanta de la mesa con la excusa de tener que pasar por la biblioteca antes de ir a clases. No me molesto en levantar la vista de mi celular cuando se va.

—Por una maldita vez, Quinn. ¿Puedes decirnos qué está sucediendo con Liam? Porque está más idiota de lo normal y no lo soporto —suelta Aggie una vez que se ha alejado. No la culpo, no he soltado ni una palabra acerca del tema en toda la semana. Debe estar volviéndose loca intentando descifrar qué pasó.

—No sucede nada —respondo tras aclarar mi garganta y dejar mi celular al lado de mi bandeja.

Suelta un suspiro de exasperado. Veo en su rostro las intenciones de volver a preguntar, pero finalmente, cambia su expresión.

—Está bien. Ignora la ayuda, eso te servirá mucho —dice. Levanta su bolso Gucci, lo cuelga en su hombro y abandona la mesa, sin darme tiempo de detenerla. Cierro mis ojos con fuerzas y apoyo mi frente en las palmas de mi mano.

—Iré con Aggie —avisa Riley levantándose. Es la primera vez que la oigo hablar en el día.

—Aggie solo intenta ayudarte, Quinnie. —Nick cierra su libro de Matemática. Elevo mi mirada. Se desliza en la banca hasta llegar a mi frente. Ahora que puedo observarlo bien, se notan las dos bolsas bajo sus ojos y su rostro algo pálido. Entiendo que estemos con exámenes, pero ¿es realmente para tanto?

—Ya lo sé —murmuro y dejo escapar una bocanada de aire—. No creo que pueda ayudarme.

—Pruébame, Meyer —Nick apoya sus codos en la mesa. Si eso quiere...

—¿Puedes decirme qué hacían Liam y Tyler en un bar llamado Ride a las tres de la mañana? —inquiero a cejas alzadas. Tyler a mi lado, tose.

Nick palidece aún más, si es que eso es posible. Baila sus ojos hasta Tyler, como si lo acabara de agarrar desprevenido. Traga saliva y cuando vuelve su vista a mí, ladea su cabeza.

—No, no puedes —espeto. Cuelgo mi bolso en mi hombro y me levanto de la mesa con una mueca en la boca. Llevo mi bandeja hasta el lugar para depositarlas y, al voltearme, atisbo con la mirada a Nick y Tyler hablar con lo bajo. Solo puedo verle el rostro al primero y por cómo habla, luce enojado. Todos saben menos yo. Vaya manera de sentirme dejada de lado.

Niego con la cabeza y continúo mi camino hacia la salida sintiendo una familiar presión en el pecho, la misma que vengo sintiendo desde la última vez que hablé con Liam hace una semana. Odio sentirme así cada vez que estoy lejos de él. Odio no tenerlo cerca. Me acostumbré demasiado a Liam Hamilton y estoy cobrando factura. Llego a mi casillero y al abrirlo, mi celular suena. Lo busco en el bolsillo de mi blazer y al sacarlo, observo que es un mensaje.

Liam:

¿Puedes venir a la biblioteca? Quiero hablar contigo.

Debo comprobar dos veces para chequear que de verdad es su mensaje y que fue enviado hace segundos. ¿Y ahora qué? ¿De repente decidió cambiar de opinión? No respondo nada y bloqueo el celular. Saco mis libros de Física, mi última clase del día, y con ellos en mano, hago mi camino hacia la biblioteca. Aún queda un rato hasta que suene el timbre.

El silencio que reina en la biblioteca es increíble y al mismo tiempo aterrador. Tras estar con todo el ruido de la cafetería, es un cambio muy grande. Podría oír hasta una aguja caer al suelo. La bibliotecaria tras el mostrador sonríe al reconocerme. Digamos que he estado mucho tiempo por alrededores en el último mes. Estudiar en casa es imposible dado a Seth y Rick. Casi no hay gente dado a que todos están en la cafetería. Busco a Liam con la mirada, pero no lo encuentro en las mesas de la entrada. Por lo que asumo que está en los sofás del fondo, donde Nick y Tyler toman sus famosas siestas cuando se escapan de clases.

The New Heartbreaker | DISPONIBLE EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now