9. Espero que la sorpresa sean strippers.

82.1K 5.5K 2.6K
                                    


09 | Espero que la sorpresa sean strippers.

Me río cuando Stefan me cuenta algo supuestamente gracioso que sucedió en uno de sus viajes a... No me importa dónde realmente. Creo que es Grecia... ¿O era el tema de conversación pasado? Tal vez ahora sea Ibiza. El chico sigue moviendo su boca y habla, habla. Y solo de él. Es como si no existiera nada más que Stefan Fleming en su cabeza. No pensaba que podría ser posible este nivel de egocentrismo.

—¿De verdad? —inquiero entre risitas coquetas mientras se me escapa una sonrisa, que estoy empezando a descifrar, le encantan. Puedo ver cómo sus ojos se suavizan cada vez que lo hago. Echo mi cabello hacia atrás y me inclino más hacia él.

—Sí, fue divertido —asiente reclinándose hacia atrás mientras bebe su batido de chocolate.

Probablemente estamos hace horas en esta cafetería cerca del centro de la ciudad. No les voy a mentir, no todo ha sido actuación. Stefan es un chico divertido... Si le quitas lo idiota que és y la manera en la que todo lo que dice revuelve sobre el dinero que tiene. Suelta una que otras bromas que me hacen reír de verdad.

—Estuve hablando toda la tarde —sacude su cabeza levemente. Hasta que se entera.— Cuéntame sobre ti.

Me acomodó en mi silla y lo observo bien. Su cabello oscuro, ligeramente cortado a los costados, sus cejas bien cuidadas, sus grandes ojos marrones... Stefan es bastante guapo y hay que admitirlo. Tiene lo suyo que hace girar cabezas cuando camina por la calle. Lástima que es un imbécil.

—¿Qué quieres que te cuente? —pregunto con un cierto entusiasmo actuado. Si esta hubiese sido una cita normal, me hubiera ido hace horas, pero tengo que continuar con el plan y si eso significa sonreír como estúpida enamorada y contarle sobre mi vida, que así sea.

—Tu vida en Portland, tu familia, lo que quieras—se alza de hombros y me mira a los ojos.

—Bueno... Mi relación con mis padres es... Complicada —empiezo sin saber bien por donde y me alzo de hombros. Cada vez que hablo sobre esto siento como si me vieran desnuda. Será porque siempre aparenté tener la familia perfecta y ya me he hartado de hacerlo.

—¿Por qué?

—No me llevo bien con mi madre —resumo, sintiendo un gusto amargo en la boca al tan solo pensarlo—. Y mi padre está detrás de ella. Es un buen hombre, solo que en las manos equivocadas.

Stefan asiente, como si de verdad me comprendiera, esto me descoloca un poco. ¿Tiene sentimientos?

—Mi padre y yo no nos hablamos —explica su mirada comprensiva.

—¿Desde cuándo? —pregunto mostrando real interés.

—Un año o algo así—contesta sonando afectado por el tema de conversación—. Soy hijo único y vivo con mis abuelos.

—¿Tu mamá? —interrogo sin pensar y es cuando su mirada se oscurece.

Todos tenemos un tema que no queremos volver a tocar, algo por lo que no queremos ser preguntados, algo que solo nos trae malos recuerdos. Luce como si acabara de tocar el nervio sensible de Stefan.

—Ella... —se queda mudo y su mirada se pierde en la mesa.

—No hace falta que respondas—me apresuro a decir ante su silencio. ¿Metí la pata?

—Quinn, de verdad me gustas y no quiero ocultarte esto —sus palabras hacen que me quede quieta en mi asiento. Trago saliva y lo escucho con atención—. Mi madre se suicidó hace algunos años.

Siento que mi corazón se estruja.

—Yo... Lo siento tanto —murmuro sin saber si existen palabras exactas para este tipo de situación. Siempre soy patética a la hora de consolar a otros.

The New Heartbreaker | DISPONIBLE EN LIBRERÍASOù les histoires vivent. Découvrez maintenant