30. Winter Dunne.

66.8K 4.5K 2.9K
                                    


30 | Winter Dunne

Un sonido molesto se filtra por mis oídos. Me cuesta identificarlo hasta que lentamente abro mis ojos. Es una alarma. Una jodida alarma y no es mía. ¿Pero cómo puedo olvidar al chico que aferra mi cuerpo al suyo como si quisiera que seamos la misma persona? No recuerdo haber dormido tan cerca de él.

—Liam —me quejo en un murmuro al ver cuán lejos estaba su celular y su alarma. Tengo que moverme demasiado—. Apaga esa alarma ya mismo.

—¿Mhm? —balbucea y me aferra aún más a su cuerpo.

—¡Que apagues la alarma! —repito, ya completamente despierta.

—No tengo alarma —responde sin molestarse en abrir sus ojos—. ¡Mierda! —exclama de repente, su boca tan cerca de mi oído que me aturde. Gruño.

Liam se levanta de la cama de un salto, como si se estuviera prendiendo fuego. Toma su celular de la mesita de luz y se lo lleva a la oreja. Así que es una llamada después de todo. Sea quien sea, o es una emergencia o una persona demasiado insistente. Sabiendo que no podré volver a dormirme, me siento sobre la cama y acomodo mi pijama porque mi remera se subió un poco. Mis shorts están algo cruzados. Es lo que siempre pasa mientras duermo al ser tan inquieta, y más después de una pesadilla. Me pregunto si Liam lo habrá notado. Suspiro, reprimiendo los recuerdos de anoche, porque si me pongo a pensar en lo que pasó, probablemente tenga que buscar un pozo donde esconderme por la vergüenza que siento después de que me haya visto así.

Me levanto y camino hasta la esquina de la habitación donde está Liam, mirando a la playa a través del ventanal. Ahora que está distraído, no puedo evitar poner mis ojos en la parte de su cuerpo descubierta. Anoche estaba demasiado oscuro para poder ver algo. Y no es como si hubiera estado concentrada en ver su cuerpo. Está en el equipo de fútbol, por lo que no me sorprende el ancho de sus hombros y su cuerpo musculoso que siempre esconde debajo de camisetas holgadas. Paseo mi mirada por sus abdominales hasta detenerme en el tatuaje de una rosa, justo detrás de los bíceps de su brazo izquierdo. Me acerco con cuidado y lo delineo con las yemas de mis dedos. Liam se sobresalta al ni siquiera haber notado que me acerqué. Intenta ocultarlo rápidamente.

—Eh, no —responde Liam en un tono molesto. Por un momento pienso que me lo dice a mí, hasta que continúa hablando—. No puedes venir ahora.

En este silencio, no es difícil oír a la otra persona.

—¡Pfff! —resopla la chica con la que habla—. ¿Por qué?

—Porque no puedes venir cada vez que quieras. Además, sabes mis horarios. Tengo clases en una hora.

La chica dice algo que no logro entender y Liam corta la llamada a mitad de una oración. Suspira cansado y lanza su teléfono a la cama cuando voltea a mi dirección.

—¿Quién era? —interrogo dejando mi usual curiosidad a flote.

—Nadie importante —contesta. Estoy por seguir presionando cuando da un paso hacia mí y pone sus manos en mi cintura. Intento aparentar que es algo normal, pero no creo acostumbrarme nunca a la forma en la que se sienten sus manos sobre mi cuerpo.

Está claro que, con el beso de ayer, dimos un paso y cruzamos una línea invisible sobre la que veníamos bailando desde el día en el campo de fútbol cuando la lluvia nos sorprendió. La pregunta es ¿qué es exactamente esa línea? ¿Qué significa todo esto?

Desvía su mirada de mis ojos a mis labios. Pienso que va a suceder algo, pero esos pensamientos se van rápidamente con su siguiente pregunta: —¿Qué pasó anoche, Quinn? Sé que se refiere a la pesadilla, a los gritos y a que lloré en sus brazos hasta que el sueño me venció. No recuerdo el momento en el que finalmente me dormí, solo que Liam tuvo demasiada paciencia.

The New Heartbreaker | DISPONIBLE EN LIBRERÍASOn viuen les histories. Descobreix ara