–No te estoy ignorando, sino no estaría aquí contigo.

–Hace dos minutos no lo estabas –pongo los ojos en blanco.

–Porque había ido a buscarte algo para ti –dice haciendo énfasis el "para ti".

–Quédate ahí, ahora vengo –me levanto y él se levanta detrás de mi.

–¿A dónde vas?

–Al baño.

–Voy contigo.

–No.

–Sí.

–Voy al baño.

–Da igual.

–Quédate aquí, no hace falta que me acompañes –le digo enfadada y me voy.

Busco el baño y lo encuentro bastante rápido. Acaba de salir una pareja de la mano. A saber qué estaban haciendo aquí dentro... No quiero ni imaginarlo.

Me miro en el espejo y creo que ya sé  por qué algunos me miraban con cara rara. Tengo el pelo como si hubiese venido un huracán hacia mi. Decir que está como un desastre es poco.

Me peino con los dedos, algo que solo lo arregla un poco, y luego me hago un medio moño o como dice Wendy un half up bun. Aunque a mi no me sale muy bien y eso que es medio moño despeinado. En fin, menos mal que no quiero ser peluquera...

Cuando vuelvo al sofá Ethan ya no está. Me molesta muchísimo que me haya suplicado para que venga y ahora me deje por ahí cada cinco minutos para irse a yo que sé dónde.

–Eh, ya estás aquí –dice con una sonrisilla y un vaso rojo en la mano.

–¿Y dónde estabas tú? –digo de brazos cruzados.

–Cogiendo más bebida –dice levantando su vaso y le da un gran sorbo.

–No me gusta que me dejes aquí sola.

–Solo es para ir a por bebida. Venga, bailemos.

–No quiero bailar.

–Sé que no soy un príncipe y que esto no se parece a uno de esos bailes de la realeza, pero prometo que te lo pasarás bien –me guiña el ojo.

–Nunca he ido a ningún baile de la realeza, ¿sabes?

–Entonces mejor, así no tendré que competir con nada –se levanta y tira de mi brazo.

No sé si es porque está borracho, pero está demasiado feliz. Bailar con él ha sido la mejor decisión de la noche, incluso le he grabado. Mañana ya estará con su mal humor, así que hay que disfrutar cuando está así.

–Deja de grabarme –dice poniendo la mano en la cámara de mi móvil.

–Eh, tú me grabaste el otro día en el avión.

–Sí, puede ser... –se ríe.

–No, puede ser no. Lo hiciste, hasta me lo enseñaste.

–Dormías como un koala –dice acercándose a mi –. Un koala bebé –me toca la nariz con el dedo índice y eso me deja un poco confusa.

–Vale, tú ya te has pasado con la bebida –le digo quitándole el vaso.

–¿Y qué? Me pasé hace tres vasos –chasquea la lengua.

–Sí, me he dado cuenta.

–Oh, eres muy inteligente por lo que veo.

–O tú eres muy tonto... –digo en tono burlón.

Aléjate de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora