11: Mentira

5.6K 800 47
                                    

—Mamá, hoy llegaré algo tarde del trabajo. Quedé con Karin de tomar algo —avisó Midoriya, en el momento exacto en que se retiraba de su casa.

—Oh, está bien. Ten cuidado —despidió preocupada. Su hijo cerró la puerta y se fue, dejándola parada en la entrada principal.

El día anterior Izuku había estado sollozando en su habitación, y cuando llegó del trabajo se encerró y no salió a cenar. Estaba muy preocupada por él, y no tenía ni una pista de qué era lo que estaba ocurriendo.

Había estado tan bien esos días en el trabajo y haciendo ejercicio. Hasta había logrado ver de nuevo la gran sonrisa del chico cuando cenaban juntos y platicaban. Todo eso se perdió en un día, la causa era una incógnita y ella se sentía insegura como para meterse en el asunto. Una vez más, lo único que hizo fue desearle suerte a su pequeño y esperar.

Midoriya realizó su trabajo como todos los días, ese en especial teniendo muchos clientes. Al final, tuvo que esperar a Karin para que ella terminara su turno, ayudándole como la vez pasada.

—Gracias por la ayuda, Midoriya kun.

—No es nada, así terminamos más rápido —dijo, esperando que la chica terminara de guardar sus cosas.

—Bien, vayamos a algún restaurante.

La cafetería cerraba a las cinco, ya que abría temprano para los desayunos. Irían a buscar cualquier otro lugar que siguiera abierto. Caminaron pocas calles arriba, más cerca del centro comercial, y encontraron un lugar pequeño pero bonito, parecido a la cafetería. La diferencia era que en ese lugar se especializaba en cenas y comidas picantes.

Entraron y tomaron asiento en una mesa de dos. Pronto pidieron unas bebidas a las meseras. Izuku se sintió un poco irónico, pues él también era mesero.

—Entonces... —comenzó Karin, llamando la atención del chico que tomaba su bebida.

Izuku dejó el vaso en la mesa, mirando serio a Karin. Había llegado el momento, él solito se había metido en ese asunto, ahora tenía que afrontarlo.

—Ayer en la mañana me encontré con mi amigo.

—¿Era por eso que lucías así de mal? —preguntó justo en el clavo. Izuku asintió con la cabeza y la chica guardó silencio intentando comprender. Se preguntaba por qué Izuku decía que no tenía idea de si salió bien o mal.

—Katsuki... Bakugō Katsuki es su nombre. Lo conozco desde que tengo cuatro años, o tal vez desde antes.

—Eso es mucho tiempo.

—Más de diez años —Izuku lo había pensado bien en toda la noche, lo siguió pensando hasta hace poco unas horas atrás. Le diría a Karin la verdad—. Siempre he tenido que convivir con él por obras del destino; vivimos cerca, cursamos en la misma escuela y el mismo salón, hasta el día del examen en Yūei tuve que sentarme a su lado —dijo sin medir sus palabras, soltando la lengua.

—¿Yūei? —le interrumpió Karin unos momentos, ella no tenía idea de ese detalle—. ¿Hiciste exámenes en la academia de Yūei? —volvió a decir impresionada.

—Eh —el chico estaba decaído, era uno de los temas más difíciles de tocar para él—. Sí, hice trámites al departamento de héroes, aunque no quedé.

—Mm, ya veo. El ochenta por ciento no logra entrar, yo no lo habría hecho tampoco.

—No tengo un Quirk.

Karin levantó la mirada, se quedó pasmada. Nunca había escuchado de alguien sin Quirk que intentara ingresar al departamento de héroes en Yūei.

—Yo... lo siento, no sabía —se disculpó bastante incómoda. Imaginó que Midoriya fingiría estar bien, probablemente.

—No te disculpes, no es un problema.

Intentó sonreír, ambos lo intentaron, pero terminaron bajando la mirada a sus bebidas.

—Bueno... continuaré. Desde el día del examen no veía a Kacchan —Karin disimuladamente soltó una carcajada, sonrojándose. Era demasiado lindo ver a Midoriya referirse a su amigo como "Kacchan"—. Y ayer... mi madre me mandó a comprar algo, y me topé con él en la estación del metro.

Izuku se detuvo. Recordaba a la perfección su encuentro con Katsuki, recordaba su rostro burlesco y las dolorosas palabras que le dirigió. También recordaba todos esos confusos sentimientos, donde se sobreponía la tristeza. Estaba tan confundido, porque a pesar de lo mal que salió, pudo haber sido peor. Estaba seguro de que Katsuki había sido bastante indulgente, ya que su malestar no era serio como el día del examen de Yūei. Ese día le trato cortante y frío, era mucho peor.

Tenía la esperanza de que todo pudiera seguir bien, pero era difícil saberlo.

—¿Midoriya kun?

—Yo... ¡Él fue el que se acercó a mí, pero en cuanto mencionó Yūei, huí de ahí! —mintió.

...

Izuku llegó bastante tarde a su casa, el cielo ya estaba cayendo en la oscuridad de las estrellas, y hacía un poco de frío.

Su madre lo recibió como siempre, preocupada pero no tanto como la vez pasada.

—Me alegra que salgas con tu amiga —dijo, apoyando a Izuku incondicionalmente, pero esperando a que el chico se abriera y le contara de su día.

—Es una buena persona —se hundió de hombros, como evitando hablar de ella.

—Lo veo... ¿Qué tal te fue? —preguntó esta vez directamente.

—Bien, supongo. Solo tomamos una bebida y platicamos de cosas sin importancia —dijo a medias. Porque no, no se atrevería a decirle a su mamá que habían hablado de Katsuki, y mucho menos que Karin le dio tremendo discurso.

—Ya veo... —se conformó una vez más con la lejanía de su hijo.

—Iré a mi cuarto a descansar. No cenaré, ya comí —sin más subió a su cuarto, dejando a su madre abajo y sola.

En cuanto se encerró en su habitación saltó a su cama agotado, física y mentalmente.

Suspiró entre las sábanas y se dedicó a regañarse a sí mismo. No tenía idea de por qué lo había hecho, a pesar de que se preparó toda la noche para esa charla. Mintió, echándose toda la culpa, dejando a Katsuki como un chico común y cualquiera frente a Karin, sin mencionar su carácter explosivo ni las verdaderas razones del porqué le tenía miedo a veces.

Se suponía que debía decir la verdad para poder hacer algo al respecto, pero todos los consejos de Karin no servirían porque ella no tenía ni idea de cómo era Katsuki en verdad.

Ella al inicio lo regañó, "¿Cómo podría haber salido bien si huiste de ahí?" fueron sus primeras palabras luego de la mentira. Terminó por decir muchas cosas sobre valorar lo que se tiene y afrontar las cosas, más cuando tienes el resultado bueno en bandeja de plata.

Según la historia que contó Izuku, sí la tenía en bandeja de plata, inclusive de oro. Pero no, Katsuki en realidad era un laberinto, y sabía que tendría que aventurarse y arriesgar su vida para poder obtener un buen resultado, aunque hubiese más probabilidades de uno malo.

Se arrepentía, y al mismo tiempo no, de haberle mentido a Karin. Tal vez simplemente aún no estaba listo para confrontar todo eso en voz alta.

Estúpido QuirklessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora