Estúpido Quirkless

3: Cafetería

Una cafetería.

Era el único lugar donde había encontrado una oportunidad, después de varios días buscando. Aún con una solicitud elaborada, buena presentación y vestimenta, la mayoría de los lugares lo rechazaron. La mayoría de las veces fue porque no necesitaban personal, y otras pocas por su edad. Pero aquella cafetería a poco más de media hora de su casa le dio un trabajo como mesero.

Aquella cafetería era muy solicitada, todos los días tenía muchos clientes ya que estaba cerca del centro de la ciudad, y relativamente cerca de Yūei.

Para llegar a su trabajo necesitaba tomar el tren, bajar dos estaciones después y caminar un tanto, no era mucho. Y por supuesto que el trabajo era de tiempo completo, ocho horas desde las diez de la mañana hasta las seis de la tarde.

Tenía toda la mañana para ayudar a su madre, y toda la noche para desperdiciar el tiempo en hobbies.

Pero qué hobbies si no tenía ninguno. Se había dedicado su vida entera a anotar en sus libretas todo lo relacionado con héroes. No es que ya no lo hiciera, pero no sentía la misma emoción, y no tenía la necesidad de salir a la calle a buscar héroes para anotar todo lo que pudiera. Simplemente estaban sus libretas ahí esperando.

Le recordaban lo que no pudo ser.

De vez en cuando leía mangas o veía la televisión, pero esos hobbies llegaba a considerarlos una perdida de tiempo. Ya que trabajaba, no se sentía tan mal por no hacer nada en sus ratos libres, pero pronto sintió la necesidad de hacer algo productivo.

Algún pasatiempo que traiga consigo buenos resultados, que sea productivo y que le guste.

Tenía ello rondando su cabeza. Pensó en cosas creativas como escribir o dibujar su propio manga, pero no tenía ni la imaginación ni el talento suficiente. También consideró el conseguir algunos amigos para salir con ellos, pero era difícil en su situación actual.

En su trabajo habían otras tres meseras, dos chefs y un cajero, que eran mayores de edad, solo dos meseras parecían más jóvenes, alrededor de unos dieciocho y veinte años.

Al inicio no habló con ninguna de forma amistosa, ni con intención de conocerlas. Había sido capacitado por la mayor de las meseras, que bien podría tener la edad de su madre.

No eran una opción a menos que ellos mismos lo invitaran a conocerse, no quería entrometerse mucho con los mayores, se sentía como una falta de respeto intentar ser su amigo.

Fue entonces que pasaba el resto de sus días atendiendo clientes en la cafetería, que parecía nunca estar vacía. Aproximadamente dos semanas de lo mismo.

Sus pensamientos seguían intactos, seguía sin conseguir un buen pasatiempo y su madre recibía la ayuda necesaria.

—Midoriya Kun, ¿Se encuentra bien? —preguntó un día de esos una mesera, una chica de cabellos rubios y con un Quirk muy llamativo, pues poseía un cuerno en la frente.

Ese día en particular Izuku estaba más decaído de lo normal. De hecho, la primera impresión de las chicas fue que Izuku era bastante retraído y serio, muy contrario a como solía ser en los viejos tiempos, tiempos que ellas nunca vieron.

—¿Oh? Ah, sí. No es nada —respondió un tanto distante.

—Hoy te ves más depresivo de lo normal. Tienes grandes ojeras bajo tus ojos —bromeó la chica alargando sus propias ojeras con sus dedos de forma exagerada.

—¿Eh, en serio? Dios que vergüenza —el chico se ruborizó y cubrió su rostro. Ciertamente la noche anterior no había dormido casi nada.

Había tenido la mala suerte de encontrar la carta de Yūei de rechazo mientras limpiaba el polvo en su cuarto. No se había deshecho de ella, no sabía porqué, pero la había guardado entre dos libros en un estante.

Esa noche no pegó ojo por su auto tortura mental sobre su decisión. A ello llevó los recuerdos de cuando All Might lo salvó y todas aquellas peleas que tuvo con Katsuki. Se había dado cuenta de que llevaba más de un mes sin verlo o saber algo de él, y jamás tuvo la oportunidad de presumirle el haber sido salvado por el héroe favorito de ambos.

—Bueno... ¿Sabes? Yo y Mimi hemos pensado que últimamente te vez más decaído, no solo hoy. Nos preguntábamos si tal vez querías ir al cine este fin de semana.

La chica del cuerno invitó amablemente a Izuku, quien sinceramente se sorprendió.

Él mismo se sentía poco a poco más aburrido conforme pasaban los días, más cansado, pero no creyó que fuese a ser tan obvio.

Se dio cuenta que aunque lo intentaba ocultar, no podía.

—Em... Es algo repentino —rio entre dientes mientras rascaba su nuca—, deberé preguntarle a mi madre —y debía, ya que ellas eran unos cuantos años mayor que él.

—Perfecto. Te daré mi número para que me avises. Después nos ponemos de acuerdo.

—Está bien.

La chica anotó su número en el teléfono de Izuku, y después se retiró, su descanso había terminado. Izuku se tenía que ir pronto a casa, y procuraba llegar y preguntar a su madre si podía ir.

Bueno, ellas habían dado el primer paso. Seguramente serían sus primeras amigas. Eso lo hizo sentir un poco mejor.

Llegó a casa más rápido de lo normal, pues lo acontecido lo había puesto de buen humor y caminó deprisa.

—¡Mamá! Ya llegué —avisó vociferando, cosa que tampoco había hecho desde aquellos días.

—¡Izuku! —respondió también alegre por el repentino cambio de un día a otro. Claro, Izuku aún seguía teniendo las ojeras—, hoy vienes de buen humor —señaló lo obvio. Obvio para todos menos para Izuku, claro.

—¿Ah? Tal vez —se ruborizó al darse cuenta de su comportamiento—. Madre, me han invitado mis compañeras de trabajo al cine este fin de semana.

—¿En serio? ¡Increíble! Será mejor que escojas una buena prenda de vestir para que las impresiones.

—¡Mamá! —renegó aún más ruborizado.

—Me alegra que estés haciendo amigos en el trabajo, hijo.

La mujer le dijo un lindo abrazo y lo felicitó, como si hacer amigos fuera un gran logro para el pecoso.

Se sonrieron mutuamente, y la mujer estaba tan aliviada internamente que tenía ganas de llorar, pero se resistió.

Su Izuku había dado un paso, esperaba y pronto fuese a ser el mismo de antes, alegre y motivado.

...

N/A: Dejo un dibujito rápido de los oc de este capítulo, las meseras: