¿Qué narices hace? ¿Se le ha ido la puta cabeza?

―¿Quién te crees para verte con Álex a escondidas de mi primo? ―me chilla a milímetros de mi cara.

Oh no, por favor.

—Suéltame —le pido con la poca paciencia que me caracteriza.

No me hago responsable de lo que suceda si no me suelta. Tres...dos...

Me mira muy cabreada, pero termina soltándome de mala gana.

¿Y yo pensaba ser agradable con ella? A tomar por culo mi intento de cordialidad

―¿Quién te crees para venir a gritarme? —le espeto, cruzándome de brazos.

―Estaba dando una vuelta y te he visto muy cerquita de Álex ―me contesta—. No pienso permitir que te burles así de mi primo.

Sé que no tengo que darle ningún tipo de explicación, y menos a ella, aún así intento dársela.

Como era de esperar no me da tiempo porque vuelve al ataque.

—No mereces a Pablo —me acusa, apuntándome con su dedo.

Si no fuese prima del castaño le habría dado un puñetazo, quizá podría obviar ese detalle por unos segundos, ¿no?

―¿No sabes lo que es tener amigos? ¿Te echas novio y ya tienes que dejar de hablarle a la gente? Eso no va conmigo ―le digo, irritada. De verdad que no la soporto—. Y para tu información, Pablo y yo no tenemos nada serio.

A pesar de ese gran detalle no me interesa conocer a nadie más, quiero seguir conociéndole este verano y ver dónde nos lleva esto que tenemos.

Me sale del corazón serle fiel aunque no hayamos especificado lo que somos.

―¿Te crees que eres suficiente para mi primo con esos aires de creída que llevas? —cuestiona ella—. No eres nadie, Andrea.

No entiendo su ansia de juzgar a las personas, es algo que no me entra en la cabeza.

—Nunca me he creído más que nadie —le digo con tranquilidad—, tampoco menos —clavo mi dura mirada en sus ojos y añado—: ¿Sabes cuál es tu problema? Que juzgas duramente a las personas sin conocerlas.

—Conozco perfectamente a las de tu calaña —asegura de manera desafiante.

―A ver cómo te lo explico para que la única neurona que funciona en tu cabeza lo entienda. Primero, tu opinión sobre mí me importa una mierda, no eres ni mi familia ni una de mis amigas cercanas así que ahorra saliva —le espeto cabreada—. Segundo, hazte un favor a ti misma y deja de babear por mi primo, quiere a mi amiga Sofía así que métetelo en la cabeza y asúmelo ―continúo, ella sola se lo ha buscado.

Será ridícula

―¡Eres una...! —comienza, pero la interrumpo.

―A mí no me insultes ―le digo―, y cállate que empiezas a darme dolor de cabeza.

Podría decirle tantas cosas...Pero no caeré porque sé que quiere que entre al trapo y no le daré ese placer.

Paso por su lado y camino hacia el ascensor.

—No te creas que te vas a salir con la tuya —llega nuevamente hasta mí—. Ahora mismo voy a decirle a mi primo lo que he visto, veremos si sigues así de subidita conmigo ―prosigue.

¿No se cansa de decir tonterías?

Me limito a encogerme de hombros.

―Yo estoy muy tranquila, di lo que quieras ―sonrío con suficiencia.

Atrévete ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora