―¿Qué pasa tenemos esperar hasta casarnos o qué? ―inquiere ella.

―No joder, tampoco te pases ―le responde Javi.

―¿Quién de vosotros cuatro es es el triunfador del grupo? ―pregunta Paula, cambiando de tema.

Gracias amiga

―David y Pablo ―afirma Adri sin dudar.

―Pues con buena compañía han ido a dar ―murmura Sofi con una amplia sonrisa.

Aunque la intención era decirlo para sí misma la escuchamos todos.

Pablo, frente a mí, se muerde el labio inferior intentando contener una sonrisa pícara. Valeria, a mi lado comparte una breve mirada con David que no lo logro descifrar.

Lo de estos dos sí que era un caso peculiar

―¿Qué quieres decir con eso? ―pregunta Javi, sin entender.

―Es un hecho que Valeria y Andrea son muy guapas ―responde Pau, como si fuese obvio—. Sofi y yo no nos quedamos atrás, pero vayamos donde vayamos siempre llaman la atención.

―¿Mi prima guapa? ―se burla Javi, mirándome.

―Pues más que tú seguro ―me defiendo.

―Ya quisieras ―sonríe con suficiencia.

―No te ofendas pero todos sabemos quién es la guapa de la familia ―le digo, echando mi melena hacia atrás.

Él se limita a rodar los ojos.

―No puedo competir con tanto ego ―suspira.

―Una pena primito —me llevo la mano al pecho.

― ¿Y qué hay de vosotros? ―inquiere Pau, alternando la mirada entre Javi y Adri.

―Estoy muy solicitado no voy a negarlo —responde Javi—. Pero, ¿de qué sirve si la única que te interesa es la única a la que no puedes tener? —le da una rápida mirada a Sofi.

Ella se remueve en su sitio y se esconde tras su copa de vino blanco.

—Eso es una putada —señala David.

Javi hace una mueca, pero rápidamente desvía la atención a lo que más le gusta en este momento.

Meterse con Pablo y conmigo

―Me compadezco de ti, chaval ―le da una palmada en la espalda a Pablo―, lo que tienes que aguantar con la señorita egocéntrica.

―Ya eh ―bromea Pablo―, esto no está pagado.

―Pero seréis...―murmuro, mirándoles con incredulidad.

―No se le pueden decir verdades, mira cómo se pone ―sigue diciendo Javi, ignorándome.

―Pero hay que quererla ―continúa Pablo.

―Qué remedio ―dice Javi, rodando los ojos.

―Seréis falsos, ¡menudo complot! ―exclamo—. Como si tú no tuvieras ego ―le digo a Pablo, que me mira haciéndose el sorprendido.

―¿Yo? Si soy un amor ―dice, poniendo cara de niño bueno.

―Sí, claro ―hago un pequeño puchero y me cruzo de brazos.

―No te enfades, nena ―se ríe, levantándose para sentarse a mi lado.

―Déjame en paz ―le digo, fingiendo estar enfadada para que se arrastre un poquito más.

―Sabes que no iba en serio ―me mira y empieza a darme besos por toda la cara―. No te enfades conmigo.

No puedo evitar sonreír al sentir todos los besos en mi cara.

Qué débil soy cuando se trata de este chico, ¿cómo es posible que tenga este efecto en mí?

―Vais a traumarnos ―protesta Javi—. ¡Buscaos una habitación!

Rápidamente nos lanza una chancla a la cabeza. La cojo al instante y se la devuelvo.

―No seas envidioso ―le guiño un ojo.

―Iros a la mierda —nos muestra su dedo corazón.

Todos nos reímos.

―Yo también te quiero, Javi ―le respondo.

Después de una ronda de cervezas, copas de vino y algún que otro cubata Pablo nos dice:

―¿Y si dormimos en la playa? ―sugiere.

Lo cierto es que siempre había querido ver el amanecer en la playa. Lo único es que no he tenido la suficiente fuerza de voluntad para renunciar a mis horas de sueño y a la comodidad de mi cama.

Hasta hoy

―Uf, nosotras estamos muy cansadas ―responde Val rápidamente, guiñándome un ojo disimuladamente.

Sé perfectamente lo que están haciendo.

―Eh...nosotros...queremos pasar tiempo en familia ―añade mi primo.

Sí claro, ¿desde cuándo? Me llevo las manos a la cara riendo por su mala improvisación.

Pablo me mira a mí, esperanzado.

―Me parece una idea genial ―le sonrío.

Los demás recogen sus cosas y se van, dejándonos a solas. Extendemos una toalla de playa grande y nos tumbamos mirando al cielo. Se escucha el sonido de las olas del mar rompiendo en la arena y siento que me invade una sensación de calma y paz.

Pablo se remueve a mi lado y al instante siento su mirada clavada en mi perfil.

―¿Preciosas verdad? ―sonrío mirando las pocas estrellas que hay.

―No tanto como tú ―su voz ronca inunda mis oídos.

Alzo la cabeza para encontrar su mirada y me contagia su sonrisa al instante. Lo miro unos segundos dándome cuenta de que ha dejado la chulería que lo caracteriza, dando paso a su lado tierno.

Me inclino hacia él y presiono nuestros labios. Pablo rodea mi cadera con su brazo y me aprieta más contra él, intensificando el beso.

Nunca me he considerado demasiado romántica, de hecho el romanticismo siempre me ha producido cierto rechazo. Hasta ahora que cierto chico ha decidido revolucionar todas mis emociones y despertar sentimientos que no sabía que existían.

No sé de donde saco el valor para separarme, mirarle a los ojos y decir:

―¿Sabes qué?

―Dime ―sonríe.

―Me gustas ―confieso.

Observo su reacción y mi corazón se acelera cuando amplía su sonrisa.

―Tú a mí me encantas ―declara, antes de volver a besarme.

Tenía un serio problema

Pablo había empezado a gustarme y no era solo el hecho en sí, sino las consecuencias. Porque estaba segura de que esto no era simple atracción, sino el comienzo de algo mucho más grande.

Algo como empezar enamorarse


¡Hola hola! He terminado por fin mis exámenes, lo que significa que...¡estaré más activa! o eso creo vaya :)

¿Os ha gustado el capítulo? Ya sabemos la razón por la que Álex y Pablo no se llevan muy allá...

Contadme, siempre os leo 👀💛

No olvidéis que me hacen mucha ilusión vuestros ⭐️ y 💬. ¡Nos vemos en el próximo capítulo! Cuidaos.

Atrévete ConmigoWhere stories live. Discover now