Capítulo 15

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Sarah despertó en un sótano oscuro que olía a humedad y a cosas que prefería no pensar. Estaba mareada y con el estómago revuelto e intento recordar como había llegado allí, pero no conseguía acordarse de nada, su mente estaba completamente en blanco. Instintivamente se llevó la mano al cuello para comprobar que el colgante seguía ahí, pero no había nada. Se incorporó y buscó a tientas a su alrededor por si se había caído, pero no estaba.

Cuando sus ojos se acostumbraron a la débil luz que iluminaba el lugar observó con calma la habitación en la que se encontraba, intentando no perder los nervios, por si había algo que la pudiese ayudar a escapar, o al menos indicar dónde se encontraba, pero no vio nada especial. Un cuarto con algunas camas, un par de armarios, una gran mesa de madera con algunas sillas alrededor y cuatro tocadores colocados en la pared debajo de la escalera.

Estaba a punto de levantarse cuando la puerta se abrió y se oyeron pasos que bajaban, seguidos de gemidos de dolor. Al oírlo se tumbó de nuevo en el colchón, fingiendo estar dormida.

-¡¡Eres una inútil!! ¡¡Lo único que tienes que hacer es lo que los clientes te piden, y ni para eso sirves!! – gritaba un hombre enorme, con pinta de gorila de discoteca mientras tiraba de una chica joven, de unos 20 años, quien intentaba resistir los tirones como podía. Cuando llegaron abajo la lanzó sobre uno de los colchones, sin preocuparse de cómo caía.

-Por esta noche te has librado, pero en cuanto se te curen las marcas volverás a trabajar, y más te vale poner un poco más de interés, si no será peor...

Sarah siguió fingiendo hasta que el hombre abandonó la habitación, entonces se levantó y se acercó a la chica, quien lloraba desconsolada sobre la cama.

-Oye, ¿Estás bien?

La joven gritó mientras se separaba, asustada.

-¿Quién eres? ¿Cómo has llegado aquí?

-Me llamo Sarah. Estaba en una fiesta, bebí algo y... No sé, no recuerdo nada más... ¿Dónde estamos? – no quiso decir que era policía, aún no sabía si podía confiar en ella.

-No lo sé, pasamos la mayor parte del tiempo en el sótano, sólo salimos cuando hay alguna fiesta y nos obligan a... a ser simpáticas con los invitados... - susurró la última parte, como si la diese vergüenza contarlo.

-¿Tenéis que acostaros con ellos? – preguntó enfadada. Jamás entendería como podía existir gente que obligase a las mujeres a prostituirse.

-Sí... Si no lo hacemos nos golpean, aunque intentan no dejar marcas... Pero uno de ellos, el que ha bajado conmigo se enfada con facilidad, y siempre deja algún moretón, eso es bueno...

-¿Y eso os parece bien, que os pegue? – interrogó indignada.

-Mejor eso que estar con los invitados...

-¿Y nunca habéis intentado escapar?

-Una chica lo intentó una vez, Martha, jamás volvió, no quisimos arriesgarnos de nuevo...

-No te preocupes, mis amigos nos sacarán de aquí ¿de acuerdo? Vendrán a buscarnos, te lo prometo...

*****

Dennis estaba muy alterado, con ganas de gritar y de golpearse la cabeza contra las paredes. Desde el principio supo que esa misión sería un desastre, y en ese momento quedaba claro. Después de intentar localizar a su compañera por los alrededores del edificio y no encontrar nada, habían vuelto a comisaría para investigar los datos que tenían de las denuncias anteriores.

-Silver, ¿Quieres parar unos segundos? Nos estás poniendo nerviosos a todos.

-¡No puedo! ¿Cómo podéis estar tan tranquilos? ¡Hemos perdido a Sarah! Ni siquiera sabemos si está bien, o herida, o...

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