Después de mucho esfuerzo y dedicación el novato Rick Anderson ha conseguido su sueño, entrar en el SPD de Nueva York, aunque nada es como esperaba, ya que al llegar allí se encuentra con el rechazo de sus compañeros, especialmente de Nathan Drake...
Drake despertó por la luz del sol que entraba por la ventana, dándole directamente en la cara. Odiaba madrugar, y mucho menos iba a hacerlo en su día libre, así que gruñó e intentó darse la vuelta, pero un cuerpo apoyado sobre su pecho se lo impedía. Abrió los ojos extrañado, y lo primero que vio fue un montón de pelo negro y despeinado. Moviéndose con cuidado para no despertar a quien fuese la otra persona, se inclinó ligeramente a la izquierda, viendo que quien estaba durmiendo sobre él era Anderson. En ese momento recordó todo lo que había pasado la noche anterior, habían estado jugando al billar y el que perdiese tenía que beber un chupito de Jägger, además de lo que iban bebiendo mientras jugaban. Por desgracia, Rick no estaba acostumbrado a beber y Nathan era un experto en ese juego, así que el joven policía acabó completamente borracho después de la tercera partida. Drake le sacó de allí y cargó con él hasta su casa, acostándole en la cama. Cuando apagó la luz y estaba a punto de irse, Anderson le agarró de la mano pidiéndole que se quedase hasta que se durmiese del todo. Iba a negarse, aquello no tenía ningún sentido, pero Rick estaba ya prácticamente con los ojos cerrados, así que accedió. Se tumbó junto a él, encima de las sábanas preparado para irse cuanto antes, pero estaba agotado después de todo el día trabajando, así que se durmió casi al momento.
Ya despierto, Nathan se dedicó a observar el perfil de Rick.
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Tenía que admitir que era un chico guapo, la mezcla perfecta entre inocencia y picardía y unos rasgos bien proporcionados, además de unos labios gruesos y bien formados, perfectos para besar y tener alrededor de su... Drake se separó incomodo ¿De dónde había salido eso?
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Jamás tendría algo con él, mezclar trabajo y placer nunca salía bien. Se levantó en silencio, cogió los zapatos y se fue, cuando Anderson se despertase ni se acordaría de que había pasado la noche con él, y aunque fue solo durante un segundo, le molestó la idea de que no lo recordase.
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Unos días más tarde Rick corría hacia la comisaria, aunque tenía el día libre el capitán le había llamado de urgencia. Sólo le dijo que fueran lo antes posible, sin darles más explicaciones. Llegó sin aliento al despacho, Will estaba delante de todos los demás, con unos papeles en la mano.
