―Soy Susana ―se presenta mi madre—. No sabía que Javi tenía una prima de vuestra edad—ahora me mira a mí.

—Es que soy de Madrid —le dice Andrea.

Mi madre asiente comprendiendo y le sonríe. Sé que la está analizando, por la mirada que me dedica puedo intuir que le gusta, o por lo menos que le cae bien.

― ¿Familiares del Señor Juan Fernández y la señorita Alba Fernández? ―la voz del doctor hace que los tres nos giremos.

―Nosotros ―responde mi madre rápidamente.

―Han tenido suerte. El coche se salió de la carretera, pero fueron rápidos al sacarlos —nos informa—. De momento deben permanecer en observación unos días para asegurarnos de que todo está bien ―nos explica.

Todos soltamos un respiro, aliviados al escuchar las palabras del doctor.

―¿Podemos entrar a verlos? ―pregunta mi madre.

El doctor niega con la cabeza.

—Hoy permanecerán en cuidados intensivos, vayan a descansar y vuelvan por la mañana —añade el doctor.

—Yo dormiré aquí ―informa mi madre, el doctor asiente antes de retirarse―. Tú deberías llevar a tu novia a casa ―sonríe, más tranquila al saber que papá y Alba están bien.

Mi mirada y la de Andrea se cruzan por un segundo al escuchar las palabras de mi madre.

―No somos novios ―lo niega rápidamente―, solo somos amigos ―aclara.

―Oh, lo siento ―se disculpa―. Creía que...da igual. Si quieres ir a casa solo tienes que decirlo, estoy segura de que Pablo te acompañará.

―No te preocupes, Susana ―le responde ella―. Sé que él quiere estar aquí contigo y si no es molestia me gustaría quedarme, sólo para asegurarme de que todo está bien, mañana por la mañana me iré.

Mi madre y yo intercambiamos una mirada rápida.

―Claro que sí, cariño ―mi madre se acerca a ella y ambas empiezan a caminar hacia los sillones del hospital.

La presencia de Andrea hace que mi madre se relaje, gracias a ella está más distraída y no está dándole vueltas al accidente.

Hablamos los tres durante un rato hasta que mi madre se queda dormida en uno de los sofás presa del cansancio. Pido a las enfermeras dos mantas y tapo con una de ellas a mi madre, luego camino hacia el sillón donde está Andrea y me siento a su lado, pasando la manta alrededor de nosotros.

―Gracias por quedarte ―le sonrío de manera sincera.

―Para eso están los amigos ―me responde, antes de acomodarse y cerrar los ojos.

Amigos

Debía acostumbrarme a la palabra porque era cierto, lo único que había entre nosotros era una bonita amistad.

Yo me quedo un rato más despierto mirando Instagram, de vez en cuando la mirada se me iba a la castaña que dormía a mi lado.  Levanto la mirada un segundo y veo a mi madre alternando la mirada entre los dos.

―Me gusta para ti, no la dejes ir ―me sonríe mamá, antes de volver a acomodarse bajo la manta y cerrar los ojos.


Andrea

El ruido de una cámara haciendo una foto me despierta, abro los ojos e intento enfocar la mirada debido a la luz que entra por las ventanas. Miro a mi alrededor algo desorientada hasta que recuerdo que me había quedado con Susana y Pablo toda la noche en el hospital.

Atrévete ConmigoWhere stories live. Discover now