Capítulo XXIX

102 22 29
                                    


—Vaya —repuso Julia momentáneamente sorprendida—. ¿Entonces por fin conoceré a Nicholas?

—Así es —afirmé—. ¿No te incomodará pasar todo un día con él? —quise saber.

Sonrió. —No lo creo, Tommy. Seguro es tan adorable como Ava —supuso.

—Eso es cierto —asentí mientras tomaba un poco de mi taza de café.

Acabábamos de llegar de Orange, la doctora Wills nos había propuesto que intentáramos volver a ponernos en la situación que Julia y yo teníamos hacia veinticinco años atrás y así quizás encontraríamos el objetivo de su regreso, y aunque aun no me imaginaba de qué manera podríamos desentrañar aquel misterio, aceptamos la unica opcion que nos quedaba.

Aprovechando que Julia había pedido el día libre en el Team, decidí pasar por el Oasis, aquel café que una vez Jane me mostró, y continuar con aquella cadena mostrándoselo a Julia. Tal como lo esperaba, quedó encantada al segundo que puso un pie dentro del local.

—¿En qué piensas? —La voz de Julia me aterrizó. Desvié la mirada del oscuro líquido que aun tenía en la mano y me encontré con la suya.

—En lo que nos dijo la doctora Wills.

—Oh. —Movió la cabeza con entendimiento—. ¿Lo de retomar la relación en el punto en el que la habíamos dejado?

—Sí. En eso.

Sus ojos grises me escudriñaron, curiosa. —¿Te incomoda?

Fruncí el ceño. —¿Cómo?

—Que si te incomoda tener que retomar la relación —repitió—. Créeme que sería normal si te incomodara, durante los últimos años has vivido con una mujer que no soy yo —apresuró a decir.

—Bueno, te confieso que es algo raro —acepté—. Ya no soy el muchacho de antes, Julia —obvié—, he madurado un poco y mi forma de pensar y ver el mundo ha cambiado. En cambio tú... —La señalé con un simple gesto— tú sigues siendo la misma chica de siempre.

—Entiendo tu temor, Tommy —aseguró pasando una mano sobre la mesa y entrelazándola con la mía—, pero creo que podemos lograrlo. Yo te sigo amando como siempre —recordó logrando arrancarme una sonrisa—. Quizás sí cambiaste un poco, pero ya te dije que este Tommy maduro me llama mucho la atención —agregó enarcando la ceja con diversión, sin quererlo un leve rubor subió a mis mejillas haciéndola sonreír, prosiguió—, y en cuanto a mí, quizás sigo siendo la misma, pero eso no quiere decir que las cosas no funcionen. Solo tenemos que intentarlo.

—Suenas como si trataras de convencerme —dije con una media sonrisa.

—¿Y qué crees que estoy haciendo? —respondió—. Claro que para convencerte, conozco cosas que podrían hacerte decir que sí al instante —añadió sin despegar su mirada de mí. Un oscuro brillo destelló en sus pupilas.

Tragué saliva al entender el sentido de sus palabras, y cuando menos lo esperé, sentí su peso sobre mi regazo. Se había sentado en mi dejando sus piernas al lado y lado, a horcajadas. Como medida de precaución miré hacia ambos lados del lugar para darme cuenta de que estábamos prácticamente solos en la terraza a excepción de un par de personas que siguieron en lo que estaban sin darnos tanto protagonismo, como si aquella fuera una escena común en el café.

Regresé la vista al frente y mi nariz chocó levemente con la suya, una traviesa sonrisa decoró su rostro. Julia pasó sus brazos por mi cuello y de un suave tirón pegó sus labios a los míos en un profundo y cálido beso. Resbaló sus manos de mi nuca hacia mi espalda en una sola caricia y se encaminó hacia mis brazos, los cuales tomó para rodearla con ellos. La abracé en respuesta a su propuesta intensificando, aún más si se podía, el beso. Julia se separó un poco, lo suficiente como para notar el familiar cambio en sus ojos que me hizo estremecer de inmediato. Se acercó y pasó su lengua por mis labios, primero por el superior y luego por el inferior en un movimiento que logró que el pantalón me apretara la entrepierna. No dudé un segundo más y capturé sus labios de manera demandante, Julia se removió sobre mí con provocación arrancándome un gemido de placer al sentirla presionada contra mi punto de quiebre.

Después de tiOnde histórias criam vida. Descubra agora