Capítulo XXVI

117 20 10
                                    

El espeso olor con el que la lluvia impregnaba la tierra a su paso por la ciudad era constante en la habitación gracias a la pequeña ventana que permanecía abierta en una de las esquinas.

Luego de la repentina conclusión a la que Sam había llegado, nadie mas había mencionado palabra, como si el temor por que una discusión se implantara en el momento fuera latente y quisiéramos evitarlo a toda costa. No lo negaba, por lo menos eso era lo que en mi interior había. Deseaba con todas las fuerzas que aquella conversación terminara pronto.

—¿Entonces? —insistió—. ¿Viniste para quedarte con él?

—No, y-yo n-no sé —repuso Julia nerviosa por la actitud acusadora que había tomado Samantha.

—Por favor, ¿qué otra razón habría? —cuestionó, y su tono rayó en el desdén.

—Samantha, no podemos asegurarte algo que ni nosotros sabemos —intervine.

—¡Pero es muy obvio! —exclamó poniéndose de pie.

El ligero crujido que hacía la madera ante el movimiento de un cuerpo nos hizo girar hacia la cuna y los tres nos quedamos en silencio, pero ningún otro sonido se dio, Ava aun dormía. Samantha se acercó a revisar que todo estuviera bien para sentarse de nuevo en el sofá.

—Creo que... creo que mejor me voy —dijo Julia poniéndose de pie.

—Sí, sería muy amable si me deja hablar con mi esposo a solas —accedió Sam evitando mirarla.

—No te vayas del Team, Julia, necesito que hablemos —pedí.

—¿De qué? —cuestionó Samantha con aparente recelo.

—De lo que suceda aquí —respondí enfrentando su rostro—, de alguna manera ella está en nuestra relación ahora

—Ella siempre ha estado en nuestra relación —replicó—. Desde que te conozco y hasta ahora, seguramente aun en un futuro, ella siempre va a estar allí. No somos nosotros dos, nunca hemos sido solo los dos, siempre hemos sido los tres —declaró.

Sus palabras lograron dejarnos helados a Julia y a mí, aunque por la expresión de su rostro supe que le había afectado más a Julia. De alguna u otra manera, yo ya sabía que eso era cierto.

Julia agachó la mirada y sin más preámbulos salió de la biblioteca, dejándonos solos a Samantha y a mi. Ella separó los ojos de la puerta que acababa de cerrarse y los fijó en mí, pero no dijo nada.

—¿Y bien? —pregunté sintiéndome de repente incómodo.

—Eso te pregunto yo a ti, Thomas, ¿y bien?

—¿Qué quieres saber?

—Toda la verdad.

—Ya te la contamos —aseguré.

—Me contaron lo que pasó —asintió—, pero tú no me contaste cómo te sientes con respecto a eso —repuso—. Thomas, sé que esto debió haber sido algo muy confuso para ti tanto como lo ha sido para mí, pero también sé que te debiste sentir aliviado al verla de nuevo.

—No te entiendo —repuse con cuidado.

Los ojos de Sam dejaron de enfocarme para dirigirse a la pequeña cama. Exhaló un hondo suspiro.

—Desde que te conocí y escuché tu historia con Julia supe que era un tema que nunca concluyó —comenzó a explicar—. Cuando me hablaste de ella, me sorprendió ver la devoción y emoción que le profesabas a su recuerdo. Sabía que se trataba de un lazo muy fuerte y que quizás no te tendría completamente para mi debido a ese recuerdo, pero no me importó —Cerró los ojos y relamió sus labios—, creí que lograría opacarlo —agregó en un susurro.

Después de tiWhere stories live. Discover now