Capítulo XXII

125 20 17
                                    


—Samantha —repuse mirando de reojo a Julia quien se encontraba petrificada. Por suerte, estábamos lo suficiente separados como para pensar siquiera que segundos antes nos estábamos besando—. ¿Necesitas algo?

—Sí, necesito que Jane me ayude a organizar unas carpetas. Claro, si no la necesitas —explicó sonriendo, lo que nos indicó que no nos había pillado in fraganti. La preocupación de Julia pareció esfumarse.

—No hay problema —accedí—. Solo permíteme le explico algunas cosas que necesito y ya la mando contigo —pedí.

—¡Bien! Necesito hacer una llamada, así que te espero en la biblioteca —dijo dirigiéndose a Julia.

—Sí, señora. —Asintió. Samantha sonrió de nuevo y salió de la cocina. Esperamos hasta que desapareciera para seguir conversando.

—¿¡Qué demonios!? —exclamó Julia pasándose las manos por la cabeza en señal de ansiedad—. Tommy por poco nos encuentra tu esposa —repuso haciendo énfasis en la última palabra—, te dije que no —reprendió.

—Sí, sí, lo sé. Perdón —asentí hacienda una mueca de vergüenza—. Me pudieron las ganas —añadí en un susurro.

—Lo entiendo, pero ¿te imaginas que nos hubiera alcanzado a mirar? —cuestionó con pavor—. Hubieras tenido que explicarle a fuerza las cosas y no quiero imaginar que hubiera pasado después.

—Tienes razón, estamos muy vulnerables aquí.

—Hay que mantener las distancias, Tommy —replicó, y en su expresión supe que aún se encontraba preocupada.

A pesar de eso, moví la cabeza en negación. —No.

Una de sus perfiladas cejas se elevó. —¿No?

—Eres mi asistente, ¿cómo haríamos eso? —cuestioné—. Te necesito a mi lado.

—Pues entonces evitaremos tocar este tema —resolvió—, pero de hoy sí que no puede pasar que le expliques todo —advirtió antes de salir por donde pocos segundos atrás salió Samantha.

Mis ojos siguieron su figura hasta que las puertas volvieron a su lugar y terminé el vaso de agua que aún estaba servido en la mesa principal mientras los niveles de adrenalina se nivelaban en mi torrente sanguíneo. No podía imaginarme el caos que se hubiera formado si de verdad Sam hubiera llegado minutos antes.

Casi todo el resto del día lo pasé con Samantha revisando y renovando contratos. Eso me permitió tranquilizarme, y aunque de nuevo tuve oportunidad de hablar con ella y contarle todo, no fui capaz.

Sabía que hacía mal en retrasar la charla, estaba consciente que con el paso del tiempo las cosas se pondrían peores, pero aun así no lograba encontrar en mí el valor suficiente como para invitar a Sam a charlar conmigo y salirle con un relato como aquel.

¿Cómo decirle a mi esposa que mi antigua novia, a la única mujer que había amado en realidad, había regresado luego de morir en un accidente?

¿En qué remota dimensión del universo aquello podía ser explicado sin que sonara a locura?

La valentía, de la que en realidad poco disponía desde siempre, no haría su acto milagroso de aparición en esos momentos, lo sabía con certeza.

Cerré la siguiente carpeta y dejé que mi espalda descansara en el sillón. Me pasé una mano por los ojos, tratando de relajar la vista, y la enfoqué en la cuna de madera donde solía estar Ava, y donde en ese momento no estaba.

Después de tiजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें