Capítulo XIV

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Los recuerdos de lo que fue la noche del viernes fueron mi constante martirio durante el fin de semana, y no me refería solo a todos los sentimientos que habían resurgido en mi interior, sino a que empezaba a obsesionarme con la idea de ver a Jane en cada momento.

¿O a Julia?

Aún me costaba pensar en la idea de la reencarnación, y si eso no era lo que estaba destinado a enloquecerme, la reaparición de aquella sensación de necesidad que empezaba a experimentar por ella sería lo que acabaría conmigo. Ya estaba seguro de eso.

Suspiré antes de adentrarme en la casa del Team, y una sonrisa se adueñó de mis labios cuando lo primero que vieron mis ojos fue su presencia.

—Señor Thomas, quiero disculparme con usted por lo del viernes, James me contó —repuso una vez estuvo frente, justo después de saludarme con un apretón de manos demasiado serio para mi gusto.

—No hay problema, estabas cansada con todo el trabajo que tuviste ese día, era normal que terminaras dormida —afirmé quitandole importancia.

—Pero no en su auto —interrumpió ella en medio de una sonrisa avergonzada—. Además, me hubiera podido despertar cuando llegamos al edificio y no molestarse en subirme hasta el departamento ni mucho menos dejarme en la cama —agregó mientras me pasaba una de las carpetas que llevaba en su regazo. Sin querer, nuestras manos se rozaron causando que el corazón se me pusiera al galope.

—Ya está hecho, Jane, tómalo como un gesto de agradecimiento por los cócteles que me diste. Por un par de horas creo que rejuvenecí unos años —agregué sonriendo al tiempo que me recuperaba de la taquicardia que acababa de experimentar.

Ella sonrió de vuelta y caminó hacia una de las salas de la casa donde estaban los demás empleados, repartiendo las otras carpetas a su paso, y dejándome con una pequeña punzada de abandono que oprimió mi pecho.



Me encontraba en la oficina, revisando la documentación que minutos antes Jane me había entregado. Allí estaban los últimos contratos que había pendientes de resolución con el Team, así que requería de toda mi concentración para no perder ningún detalle, pero la concentración se me esfumaba. No podía dejar de pensar en ella.

Estaba feliz, por supuesto. De alguna manera el pensar que se trataba de Julia, el amor de mi vida, aquella que había perdido de manera injusta, me llenaba el alma de emoción. El pecho amenazaba con inflamarse hasta su punto máximo producto del sentimiento de exaltación que me invadía cada vez que pensaba en aquello.

Pero, por otra parte, la situación no dejaba de aterrarme, y mucho.

Sabía que me estaba alejando de Samantha. Lo sentía muy en el fondo. Algo se había roto entre nosotros al momento de encontrarme frente a Jane ese día en el parque, y aunque pareciera mentira, eso me dolía. Me dolía saber que no había sido capaz de amar a Samantha con la intensidad y la entrega con que amé, y con la que al parecer aun amaba a Julia.

Dejé la carpeta a un lado y enterré la cabeza entre las manos sintiendo la necesidad de gritar y sacar por un momento todos los sentimientos que bullían en mi interior, cuando unas manos se colaron entre las mías, enredándose en mi cabello, y el cítrico perfume de Samantha se coló por mis fosas nasales.

Levanté el rostro para encontrarme con el suyo, examinándome con cuidado.

—¿Estas bien? —preguntó recostándose en el escritorio frente a mí.

Después de tiWhere stories live. Discover now