Capítulo 20

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-Mía levántate, son las 12, es muy tarde, tenemos que ir a ver el museo de cera. -Le decía su madre mientras entraba en la  habitación y levantaba la persiana. Mía se estiró en la cama pensando en todo lo ocurrido anoche y sonriendo. Esta noche le esperaba otra cita con Antoine.

-Tienes diez minutos para vestirte, te esperamos Valeria y yo en el comedor del hotel, corre que llegamos tarde. -Le repetía su madre mientras la destapaa. Después de eso, su madre salió de la habitación y cerró la puerta. Parecía que no se había enterado de su escapada.

Mía se levantó y encendió el móvil mientras se ponía el polo que Antoine le había dado ayer y unos vaqueros. Fue al baño para lavarse la cara y los dientes mietras se miraba en el espejo y sonreía tontamente pensando en él. Mía tenía que aprender a disimular esa sonrisilla delante de su familia. Volvió a la habitación y miró el móvil, se sentó en la cama  y respondió a todas las notificaciones que tenía de Twitter y Whatsapp. Como era de esperar, no podía faltar ese: 

"Buenos días princesa, lo de ayer estuvo genial, de verdad, esta noche a las doce en la puerta del hotel, tengo pensando un sitio maravilloso al que llevarte, no cenes ;)"

Este niño lo enamoraba más por momentos. Se mró al espejo, escondió esa sonrisilla que le salía al pensar en él, y bajó a desayunar al restaurante del hotel.

Toda la mañana la pasaron en el museo de cera, había algunas figuras que parecían tan reales que hasta la daban miedo a Valeria. Cuando terminaron la visita fueron a comer al restaurante del hotel, esa tarde irían a ver el Palacio de Westminster y la Abadía.

Eran las ocho, las tres chicas estaban cansadas, no habían parado de andar en todo el día. Aquella noche decidieron que todas se irían a dormir pronto, mañana les esperaba otro largo día. Como le había dicho Antoine, Mía no cenó nada, a pesar de que se moría de hambre.  Su hermana y su madre se fueron a dormir a las nueve y media, así que a Mía le daba tiempo de prepararse. Un mensaje inesperado de Whatsapp hizo que Mía dejara a un lado de pensar en Antoine.

Papá: Hola princesa, ¿Qué tal en Londres?

Mía: ¿Ahora te interesas en mí?

Papá: Ahora no, siempre me he interesado por ti.

Mía: Ah, perdone usted, yo muy bien por aquí por Londres. ¿Y tú por Australia con tu novia?

Papá: No estoy con mi novia.

Mía: ¿Ah, no? ¿Entonces cómo la llamas? Futura esposa, prometida, sustitua de mamá...

Papá: Ella no es la sustituta de mamá.

Mía: No, que va, para nada.

Papá: ¿Quieres que yo también me ponga borde? Si, es la sustituta de mamá, si no lo fuera, yo ahora mismo seguiría contigo, pero mamá se equivocó.

Mía: ¿QUE  MAMÁ SE EQUIVOCÓ? PERO S FUIESTE TÚ QUIEN LE PUSO LOS  CUERNOS.

Papá: A mi no me  hables así, y menos por Whatsapp.

Mía: Mira, ni me hables, tú ya no eres mi padre.

Papá: Eso no es problema, tú dejaste de ser mi hija el día de la despedida.

Mía apartó el móvil de un manotazo. No podía creerse lo que había leido. Ella le había puesto cosas fuertes, cosas que le habían hecho daño leer a su padre, y él había respondido de la misma moneda.

En ese momento, Mía solo tenía ganas de llorar, y eso hizo. Se pasó llorando más de una hora. Ya eran las doce menos cuarto y todavía no se había vestido. Lo único que le apetecía era abrazar a Antoine, lo único. Se puso el mismo pantalón que había llevado todo el día y un jersey sin cuello.

Salió al salón  con cuidado y abrió la puerta con la tarjeta.  Nadie la había oído. Llamó al ascensor y bajó en él. Se miró al espejo, tenía los ojos rojos de llorar, Antoine se daría cuenta. Salió del ascensor y vio a Antoine en la puerta andando de un lado para otro. Mía se fue acercando hasta que estuvo detras de él y le tapo los ojos.

-¿Quién soy? -Le preguntó  riéndose.

-Mmm no se, ¿Erika? -Dijo quitándose las manos de los ojos y dándole un beso.

-¿Me ves a mi pinta de llamarme Erika? -Respondió Mía cruzándose de brazos y  sonriéndole.

-No...¿Por qué tienes los ojos rojos, Mía? -Preguntó preocupado Antoine.

-Es...Mi padre...Es largo de contar. -Le dijo mirando al suelo.

-¿Estás bien? No quiero forzarte a que me cuentes que ha pasado si no quieres. -Dijo sujetándole la cara a Mía para que la mirase a los ojos. - Solo quiero saber si estás bien.

-Ahora sí. -Respondiió Mía abrazándolo.

-No, de verdad. -Dijo Antoine soltándola.-¿Estás bien? -Se le veía preocupado.

-Mi padre se separó hace tiempo de mi madre. Hoy he hablado con él, hemos discutido, no es nada grave de verdad Anto, no quiero hablar del tema, llevo todo el día esperando a que llegue la noche para estar contigo, no quiero hablar del tema justo ahora. -Dijo Mía seria. Antoine le sonrió aún preocupado.

-Bueno, si tú me dices que estás bien...Te creo.

-Perfecto, bueno, ¿Nos movemos? Me  muero de hambre y no es por meter presión.

-Impaciente. -Dijo Antoine dándole un beso y agarrándola de la cintura. Anduvieron un par de calles hasta llegar a una parada de bus.

-¿A dónde me has traído? JAJAJAJAJ. -Le dijo Mía a Antoine. No era justamente un "restaurante romántico" justamente lo que tenían pensado.

-A un restaurante vip, es el McDonald's más grande del mundo pequeña. -Le respondió Antoine con una sonrisa de oreja a oreja al ver la reacción de Mía.

Estuvieron toda la noche riéndose los dos juntos. Mía no era consciente de lo realmente feliz que le hacía estar con él. Pensaba que no, pero se había enamorado completamente de Antoine, pero ella sabía que no iba a durar para siempre. Mía se iría pasado mañana a España, mañana sería la última noche con Antoine y Antoine tendría que seguir fingiendo ser el novio de Erika. Antoine, no tenía ni idea de cuanto tiempo le quedaba para estar con Mía, pero parecía coniado, como si esas vacaciones fueran a durar para siempre.

-Antoine...-Dijo Mía seria de repente, había dejado de reirse para decirle lo que más le dolía en este momento.

-¿Qué pasa?

-Me vuelvo pasado mañana a España, mañana es nuestra última noche juntos.

Cruza los dedos, no los brazosWhere stories live. Discover now