Capítulo 19

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Eran las once y media y su madre y su hermana, ya estaban durmiendo. Hacía solo veinte minutos desde que habían llegado al hotel. Por suerte, Mía, las había convencido de que estaba cansada y quería ir pronto a dormir, asi que ella y su familia cenaron en un McDonald's que había cerca del hotel. Mía estaba terminando de vestirse, había optado por unos shorts con medias y una camiseta de manga francesa, no llevaría bolso ni cartera, solo el teléfono, lo justo.
En ese momento tenía más miedo de que la pillaran que cuando fue sin que sus padres lo supieran al partido. Sus padres sabían que Mía era buena chica, que no se escapaba de casa. Pero la razón del partido y esta, eran especiales.

Las doce menos cuarto, Mía no podía dejar de andar por su habitación nerviosa pensando como saldría de la habitación sin hacer ruido. A menos diez, Mía se armó de valor y salió de su habitación en silencio. Llegó hasta la puerta y cogió la tarjeta que la abría, lentamente la metió en la puerta y la sacó. Un pitido sonó, la puerta estaba abierta. Mía miró hacia atrás con el corazón en un puño, pensando que el ruido la había delatado. En silencio, se quedó diez segundos escuchando, no se oía ningún ruido de ninguna cama.
Puso la mano en la puerta y la abrió lentamente, salió corriendo y lentamente la volvió a cerrar sin hacer ruido. Ya estaba fuera. Mía se guardó la tarjeta en el bolsillo junto con su móvil y respirando hondo fue camino al ascensor. Entró, le dio al botón de la planta baja y se miró al espejo. Tenía miedo de volver a ponerse a llorar delante de él como hizo el día de la firma.

El ascensor llegó a la planta baja, Mía se miró en el espejo una vez más antes de salir y salió mirando al suelo. Siguió mirando al suelo hasta que llegó a la puerta de salida, ahí Antoine la estaba esperando. Llevaba un polo azul precioso, del mismo color que sus ojos y unos vaqueros.

-Hola preciosa. -Antoine la fue agarrar para darle dos besos pero Mía haciéndose la enfadada se apartó.

La verdad es que si estaba enfadada, quería una respuesta rápida que le aclararan las dudas de lo que había pasado esta mañana.

-¿Vamos a dar una vuelta? -Preguntó Antoine intentando convencerla de que hiciera lo que él quería.

-No voy a ningún sitio contigo hasta que no me digas lo que quiero saber. -Y Mía se cruzó de brazos y lo miró firmemente a los ojos, pero medio segundo después bajó la mirada.

-Te pienso contar todo, pero vámonos del hotel anda. -Y él agarró de la cintura a Mía y la sacó de allí. Mía no puso resistencia, ella estaba enamorada de él, y necesitaba respuestas.

En cuanto salieron del hotel, Mía empezó a pensar mil y una preguntas y mil y una formas de preguntárselas, pero había una pregunta en especial que necesitaba escuchar una respuesta.

-Erika...Erika es...-Mía apenas podía terminar la pregunta, no le salían las palabras.

-Erika y yo solo somos amigos. -Dijo Antoine mirándola a los ojos y esperando a que ella levantara la cabeza.

-Pero...¿Entonces? -Mía levantó de repente la mirada y lo vio mirándola. El momento era perfecto, la situación no.

-Te invito a un batido del Starbucks mientras te explico todo. ¿Te parece? -Dijo Antoine todavía mirándola y sonriéndole. En contestación, Mía se mordió el labio, sonrió y agachó la cabeza. Media manzana más lejos, había un Starbucks, los dos entraron y cogieron mesa.

-¿Qué quieres tomar? -Dijo Antoine ofreciéndole sentarse en una de las sillas.

-No me apetece nada, de verdad. -Esa noche, Mía tenía claro que quería hacerse la dura, solo porque fuera Antoine Griezmann no iba a dejar que la enamorara tan rápidamente y más viendo el numerito que se había preparado aquella mañana.

Cruza los dedos, no los brazosWhere stories live. Discover now